Columna: DESDE LA BANQUETA
Por: Gabriel Escalante Fat*

“Los hombres fuertes no necesitan menospreciar a las mujeres

para sentirse poderosos”.

Michelle Obama.

             El 1 de diciembre del año 2000, Vicente Fox tomó protesta como presidente de la República, siendo el primer soltero en asumir el cargo, desde que lo hiciera Abelardo Rodríguez, en 1932. Divorciados de sus primeras esposas, delegaron en otras personas la función de primera dama. En el caso de Fox, en su hija mayor, Ana Cristina, hasta el 2 de julio de 2001, cuando el presidente se casó con Marta Sahagún Jiménez (Zamora, Mich., 1953), la única de las esposas de presidentes que tuve la oportunidad de conocer personalmente. Así que abriré un paréntesis.
Vicente Fox y Martha Sahagún
       Marta Sahagún fue la coordinadora de Comunicación Social del Estado de Guanajuato, durante la gubernatura de Vicente Fox (1995-99). En 1996, traté con ella en una decena de ocasiones, cuando mi empresa fue proveedora de servicios de display para aquella dependencia.
La impresión que me llevé de Marta, entonces casada con el veterinario Manuel Bribiesca, fue que se trataba de una mujer sumamente inteligente, con gran sentido práctico y que ejercía con mano de hierro y guante de seda la autoridad que el gobernador delegaba en ella.
Siempre tuvo hacia mí una actitud amable, directa y honesta. Le gustaba el tuteo y, a pesar de su alta posición en el organigrama y en el aprecio de Fox, no tenía la actitud de quien cree saber más que nadie y, en consecuencia, querer controlar a todos y a todo.
Tiempo después entendí que, sin Marta Sahagún, Vicente Fox Quesada no habría conquistado la Presidencia de México.
          En radical contraste con su predecesora, Nilda Velasco, el papel de Marta como primera dama fue sumamente activo. El personal de su oficina era numeroso y la nómina, abultada, lo que desató muchas críticas.

Por si lo anterior no bastara, en septiembre de 2001, Marta Sahagún creó la Fundación Vamos México, con el objetivo de “servir a nuestra nación a través de la ayuda a personas que viven en situación vulnerable, por medio de atención en salud, desarrollo comunitario, liderazgo compasivo, así como fortalecimiento a organizaciones de la sociedad civil”, para citar las palabras de la asociación.
         Mucho se cuestionó si Vamos México tendría un funcionamiento paralelo al DIF y otras instituciones gubernamentales de asistencia social, o si su verdadera meta era construirle a Marta una plataforma para su lanzamiento como candidata a la presidencia en 2006.  Para despejar dudas, en 2004, Sahagún declaró pública y enfáticamente que no buscaría candidatura alguna y que, terminado el sexenio de su esposo, dedicaría su tiempo a la operación de Vamos México, lo que ha hecho desde 2006 hasta la fecha.
Marta Sahagún y Vicente Fox, su beso en el Vaticano
            El intenso protagonismo de Marta Sahagún dio lugar a muchos momentos criticables y a docenas de rumores infundados. Uno de aquellos momentos fue el beso entre Marta y Fox, frente a la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, tres meses después de su matrimonio, en ocasión de la visita presidencial al papa Juan Pablo II, quien recibió por separado a los cónyuges, por su condición de divorciados.

En febrero de 2003, Vicente Fox —en uno de sus múltiples dislates verbales— se refirió a Marta y a él como “la pareja presidencial, lo que llevó a la oposición y a la prensa a especular acerca de que las importantes decisiones políticas de México se tomaban en pareja, y no por el presidente constitucional, como lo marca la ley.

Marta también fue cuestionada acremente por su tendencia a vestir con ropa de diseñador, por lucir siempre impecable y por su afición a aparecer en programas de televisión y revistas “del corazón”. Se dijo que se sometía a costosos tratamientos estéticos para verse más joven, pero pocos advirtieron que su papel como primera dama lo desempeñó cuando tenía entre 48 y 53 años de edad.
Raquel Pankowsky, con su personaje “Martita Según” y Marta Sahagún
           Hay que reconocerle, por cierto, que fue sumamente tolerante con la crítica y que asumió con buen sentido del humor la estupenda parodia que —en televisión y teatro— hizo de ella la actriz Raquel Pankowsky, con su personaje “Martita Según”, llegándola a recibir en Los Pinos, en un encuentro en el que le garantizó plena libertad de expresión y donde Vicente Fox le dijo a la actriz: “Síguenos ayudando”. Y lo que son las casualidades: una tarde de 1983, por una sucesión de acontecimientos fortuitos, estuve en el departamento de Raquel Pankowsky, tomando un café con ella y con su entonces novio, el también actor Enrique Reyes, muchos años antes de su súbito y muy merecido salto a la fama.

Los hermanos Bribiesca Sahagún, Manuel y Jorge Alberto, hijos del primer matrimonio de Marta, estuvieron varias veces en el epicentro, por cabildear a favor de la empresa Oceanografía, proveedora de Pemex, utilizando la influencia que tenían al ser hijos de la esposa del presidente mexicano. A pesar del escándalo desatado y de la afectación sufrida por la petrolera paraestatal, no hubo consecuencias legales graves y todo quedó en el descrédito de los hijos de Marta, quienes muy probablemente abusaron de su fortuita condición familiar.
Margarita Zavala
           Margarita Zavala es la única esposa de un presidente mexicano que tenía una carrera política propia en el momento en que su cónyuge accedió a la titularidad del ejecutivo.

Zavala nació en la ciudad de México en 1967 y estudió leyes en la Escuela Libre de Derecho. Militó en el PAN desde los 17 años de edad, en donde fue lideresa juvenil. En 1994 fue electa representante a la III Asamblea del Distrito Federal, reconocida también como Primera Legislatura de esa entidad federativa. De 2003 a 2006 fue diputada en la LIX Legislatura Federal, donde ocupó la subcoordinación de política social del PAN. Dentro de su partido, ha sido consejera nacional, desde 1991; directora jurídica del CEN, de 1993 a ’94; Secretaria de Promoción Política de la Mujer, de 1999 a 2003, período en el cual la participación femenina en el PAN, pasó del 19 al 32%.

Margarita Zavala y Felipe Calderón se casaron en enero de 1993; tienen tres hijos: María, Luis Felipe y Juan Pablo, de 30, 26 y 22 años de edad, respectivamente.
Felipe Calderón y Margarita Zavala
             En abril de 2006, solicitó licencia definitiva a su curul, para acompañar a Felipe, de tiempo completo, en la campaña presidencial. Al ganar Calderón las elecciones, Margarita se separó de la actividad política, para no entorpecer la gestión de su esposo, ni caer en algún posible conflicto de interés.
Diputada Margarita Zavala
            Inició como primera dama a los 39 años de edad, la más joven desde Amalia Solórzano de Cárdenas, quien accedió a esa posición honorífica a los 23 años. Durante su gestión como esposa del presidente, estuvo muy involucrada en el Sistema Nacional DIF, con particular interés en apoyar a damnificados por desastres naturales y en proteger a niños migrantes no acompañados. Además, en 2008 presentó la campaña “Para una nueva vida”, destinada a proporcionar información a padres de familia, para la prevención de adicciones.

Acompañó al presidente Calderón a prácticamente todas sus giras internacionales y actos protocolarios en nuestro país, de manera sobria y elegante.

Al término del mandato de su esposo, Margarita Zavala se reintegró a la política. En 2015 anunció su intención de buscar la candidatura por el PAN a la presidencia de la República en las elecciones de 2018, pero por diferencias con el presidente de su partido, renunció a éste en octubre de 2017, después de 33 años de militancia y obtuvo la candidatura independiente, a la que renunció en mayo de 2018, ante la inequidad entre los candidatos presentados por partidos y los que carecían de este apoyo.

En 2021 volvió al PAN y desde septiembre de ese año, es diputada por mayoría relativa, representando al distrito 10 de la Ciudad de México, siendo reelecta en 2024. Continúa casada con Felipe Calderón.
Angélica Rivera
             Angélica Rivera podría definirse como la primera consorte presidencial, adquirida sobre pedido.

Ante  el  desafortunado  fallecimiento  de  Mónica  Prettellini,  esposa  del  entonces gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, en enero de 2007, quienes veían en Enrique un factor para que el PRI reconquistara la presidencia de México en 2012, consideraron que un candidato soltero, no tendría tanta aceptación entre los electores de mayor edad, por la percepción de que la soltería puede ser sinónimo de inestabilidad. Así que se dieron a la tarea de conseguir una cónyuge ad hoc para el atractivo y joven político.

Peña y Rivera se conocieron en 2008, durante la campaña gubernamental “Compromisos cumplidos”, que protagonizaba la actriz —conocida como La Gaviota, por su popular personaje en una telenovela reciente. En noviembre de ese mismo año, después de un divorcio “en los mejores términos” entre Angélica y su entonces marido, el gobernador mexiquense anunció el noviazgo formal con Rivera, con quien contrajo matrimonio en noviembre de 2010, poco menos de un año antes del término del mandato de Enrique al frente del gobierno estatal, por lo que tuvo 10 meses para empaparse del ámbito político, en el que nunca había estado, como primera dama del Estado de México.

Angélica Rivera tuvo, a diferencia de la mayoría de las esposas de candidatos, un papel protagónico en la campaña presidencial de su esposo, iniciada formalmente en marzo de 2012.

Semanalmente publicaba un video titulado “Lo que mis ojos ven y mi corazón siente”, en el que documentaba su propia experiencia en la campaña.
Enrique Peña y Angélica Rivera
             Una vez que Enrique Peña tomó posesión, Rivera desempeñó un papel activo como primera dama, apareciendo junto a su esposo en muchos actos protocolarios, tanto en México como en el extranjero. Incluso, fue condecorada en España con la Real Orden de Isabel la Católica, en grado de gran cruz, el segundo grado en importancia, de los nueve existentes. Como la mayoría de sus predecesoras, fue nombrada presidenta del Consejo Consultivo del Sistema Nacional DIF, institución en la que cumplió sin especial relevancia.

Angélica Rivera no habría pasado de ser una elegante figura decorativa en la administración del atlacomulquense, de no haber sido porque, el 9 de noviembre de 2014, a dos años del inicio del sexenio, la periodista Carmen Aristegui publicó un reportaje en el que se revelaba que Rivera había comprado una casa con valor de 7 millones de dólares a una empresa de Grupo Higa, el contratista favorito de Enrique Peña, tanto durante su paso por el gobierno mexiquense, como en su nuevo encargo al frente del país. El reportaje denunciaba un claro conflicto de interés, por la cercanísima relación entre Peña Nieto y Juan Armando Hinojosa, presidente de Higa, quien financió buena parte de la precampaña presidencial de Enrique.
Angélica Rivera
              El control de daños, por parte de Angélica, sólo echó más leña a la hoguera. El 18 de noviembre, la primera dama publicó un video en el que, visiblemente molesta y con tono de maestra regañona, explicaba que la casa en cuestión la había comprado con sus propios recursos, producto de una carrera de 25 años actuando en telenovelas de Televisa. El pésimo guion, la explicación simplona y hasta el vestuario elegido para la producción, consiguieron que prácticamente nadie en México, le creyera a Rivera. Sacar una conclusión era más fácil que sumar dos más dos.

Con las aguas del escándalo al cuello del matrimonio Peña/Rivera, en febrero de 2015, el presidente nombró a Virgilio Andrade como Secretario de la Función Pública, con la expresa instrucción de encabezar una investigación acerca del posible conflicto de intereses. Investigación de la que —¡No podía saberse!— tanto Enrique como Angélica resultaron exonerados de cualquier responsabilidad.

El último año del sexenio, fue palpable un distanciamiento entre los cónyuges, aunque Rivera no dejó de asistir a las ceremonias más importantes, incluyendo el sexto Informe de Gobierno y el último Grito de Independencia. En mayo de 2019, una vez cumplida la función para la que fue requerida, Angélica Rivera firmó la disolución del matrimonio.
Beatriz Gutiérrez Müller
              Beatriz Gutiérrez Müller es la segunda esposa de Andrés Manuel López Obrador, a quien conoció en 2001, cuando ocupó el cargo de Directora de Difusión en el gobierno del entonces Distrito Federal, a cargo de AMLO. Tras el fallecimiento en 2003 de Rocío Beltrán, primera esposa del Jefe de Gobierno, Gutiérrez y López contrajeron matrimonio en el año 2006.

La señora Gutiérrez cursó la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla, institución en la que obtuvo la maestría en Letras Iberoamericanas, en el año 2002. Más tarde, obtuvo un doctorado en Teoría Literaria en la Universidad Metropolitana.

Gusta de ser llamada “doctora” y se considera historiadora, aunque no posee credenciales que justifiquen ese calificativo.

Poco antes de que López Obrador asumiera la Presidencia de la República, Beatriz anunció que no usaría el título honorífico de Primera Dama y que tampoco asumiría la presidencia del Sistema Nacional DIF, el que, por esta decisión, pasó a depender directamente de la Secretaría de Salud, a partir del 1 de diciembre de 2018.
Beatriz Gutíerrez Müller y Andrés Manuel López Obrador
           Sin embargo, al carecer de una oficina que manejara su agenda como esposa del titular del Ejecutivo, a la señora Gutiérrez le inventaron la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México, que ella presidió. El objetivo de esta dependencia, según el decreto presidencial que la creó, era rescatar, preservar y difundir el patrimonio histórico, documental y cultural del país. Con este pretexto, Gutiérrez se dedicó a incordiar a naciones como Austria —a donde viajó en 2020 para reclamar el penacho de Moctezuma, labor infructuosa— o España, siendo la instigadora para que su marido exigiera que aquella nación pidiera perdón a los pueblos originarios de México, por los agravios cometidos durante la Conquista, en el siglo XVI. El resultado: la peor relación entre España y México desde que se reanudaran relaciones diplomáticas, en 1977.
Beatriz Gutíerrez Müller
               Las pifias de la señora Beatriz Gutiérrez han sido múltiples. Su obsesión por mostrarse culta, independiente y empoderada, la hicieron caer con frecuencia en el ridículo. La ocasión más reciente, apenas el pasado 18 de agosto, cuando en una carta que habría escrito mejor un estudiante de preparatoria —y no una doctora en teoría literaria— se lanzó contra el periódico español ABC, que reveló detalles sobre el que se espera sea el próximo lugar de residencia de Gutiérrez y “su hijito(cito a la propia Beatriz): un exclusivo barrio residencial de Madrid. En la carta, pésimamente redactada, ataca al diario y afirma no me he ido a vivir allá ni a ningún lado”, sin que en ningún momento mencione que no lo hará en algún momento.
              Cada una de las nueve mujeres mencionadas en éste y el anterior artículo tuvieron, en mayor o menor grado, virtudes y defectos. Hay que considerar que ninguna de ellas fue electa por los ciudadanos, sino que llegaron a su posición honorífica de manera fortuita.
Mientras que me cuesta mucho trabajo empatizar con Angélica Rivera y Beatriz Gutiérrez, tengo —contra la opinión mayoritaria— una gran admiración por Carmen Romano y una simpatía especial por Margarita Zavala, a pesar de su conservadurismo.
Comprendo que ser la esposa del hombre más poderoso de México, en un país con una tradición presidencialista tan marcada, debe ser un reto imponente. Así que me siento en la obligación de expresar mi respeto a todas ellas.

EL SEÑOR EMBAJADOR.

          No sólo los profesionales del Servicio Exterior Mexicano alcanzan la categoría de embajadores. Muchas veces, éstos son nombrados por razones políticas —premios, castigos o gestos simbólicos con la nación que los recibe—, así que en estas situaciones, el honor recae en una figura sin trayectoria diplomática.


         Así llegaron Alfonso Reyes (ante Brasil y Argentina), Octavio Paz (La India), Carlos Fuentes (Francia), Porfirio Muñoz Ledo (Unión Europea) y Andrés Rozental (Reino Unido), entre otros.

         Cuando un presidente es serio y quiere expresar respeto a su homólogo, le envía como embajador a una persona afín, que no cause estridencias, mucho menos un conflicto. Ese fue el caso cuando, en el sexenio de Vicente Fox, Ricardo Pascoe (militante perredista) se convirtió en el embajador mexicano en Cuba y, unos años después, Luis Felipe Bravo Mena (católico practicante) fue designado embajador ante El Vaticano, ratificado luego por Calderón.
         Hoy no es así. El miércoles 20, fue ratificado por la Comisión Permanente del Senado (de aplastante mayoría morenista), como próximo embajador ante Italia, el comunicador, activista y defensor de los derechos de minorías sexuales, Genaro Lozano, un radical de izquierda surgido del movimiento #YoSoy132, quien, mediante zalamerías hacia el régimen de la 4T, se granjeó la simpatía de la presidenta de la República.
           Italia es gobernada hoy por la Presidenta del Consejo de Ministros, Giorgia Meloni, una mujer conservadora, derechista y cristiana. De ella, el futuro embajador ha escrito que su pensamiento político es “una mezcla de ideas desordenadas” afín al ultraderechista partido español VOX y similar a Donald Trump.
         Ese mismo Genaro Lozano, el homosexual que en un tuit escribió: “En el contexto de la precaria educación en niños, creo que es pertinente sugerir el coito por vía rectal como práctica de prevención de embarazo en adolescentes. Es momento de ir eliminando prejucios”, será el representante de nuestro país ante Italia.

¿Les vamos pidiendo perdón, de una buena vez?

Guadalajara, Jalisco, Agosto 20, 2025.

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