En las últimas décadas se ha incrementado excesivamente la presencia de ansiedad en la población. Es decir, cada vez es más frecuente la existencia de personas con ansiedad en diferentes intensidades. Así que aparece la pregunta sobre el origen de la ansiedad. Para saber si la ansiedad se hereda o se aprende, sigue leyendo.
Primero que nada, hay que aclarar qué es la ansiedad. La ansiedad es un estado de alteración general que incluye preocupación permanente e inquietud o nerviosismo. En ocasiones, la persona se siente “nerviosa”, pero no comprende la razón de su nerviosismo. En otras tantas ocasiones, la persona se siente “nerviosa” y comprende la razón de su nerviosismo, pero no puede evitar sentirse así.
Es importante aclarar que existe una diferencia entre ansiedad, preocupación, nerviosismo y estrés. El estrés aparece cuando tenemos muchas actividades que realizar y pensamos que no alcanzamos a realizarlo. La preocupación emerge cuando tratamos de buscar soluciones a situaciones que van a suceder en un futuro próximo o que han sucedido en el pasado y que han generado consecuencias negativas que aún no se han resuelto. El nerviosismo es un estado de inquietud temporal; por ejemplo, al estar en una entrevista de trabajo, en una cita con una persona que apenas se conoce, presentar un examen, entre otros. Pero una vez que ha pasado la situación, el nerviosismo desaparece.
En cambio, la ansiedad es un estado permanente que escapa de la voluntad de la persona. Se trata de una enfermedad que puede llegar a discapacitar a una persona.
Es posible que haya presencia de ansiedad si tu: te sientes preocupado(a) de modo permanente, tienes dificultades para dormir, presentas malestares estomacales aunque no haya infección como tal (dolor de estómago, diarrea, estreñimiento), te sudan las manos sin motivo alguno, sientes opresión en el pecho, late tu corazón más de lo normal sin motivo alguno, sientes un enrojecimiento del rostro sin motivo alguno, por momentos te zumban lo oídos o ves borroso, sientes vértigo, te muestras irritable o agresivo(a).
¿Por qué surge la ansiedad?
La ansiedad aparece de forma paulatina, no es una enfermedad que surja de modo inmediato. Paulatinamente, se va desarrollando hasta que adquiere presencia completa. La ansiedad es un trastorno (enfermedad) que tiene una manifestación emocional, cognitiva (de pensamiento) y biológica (malestares corporales). Así que la ansiedad surge cuando hay una combinación de aspectos biológicos, de pensamiento y emocionales.
¿La ansiedad se hereda?
Sí, la ansiedad tiene un factor genético (es decir, está presente en nuestros genes y se hereda). Esto significa que si uno de los padres padece o ha padecido ansiedad, existe la posibilidad que uno de los hijos (o más) también desarrolle la enfermedad.
¿La ansiedad se aprende?
Sí, los padres somos modelos de aprendizaje para los hijos. Si como padres no tenemos la capacidad de enfrentar los problemas de forma ecuánime y madura, enseñamos a nuestros hijos a preocuparse en exceso y de modo permanente hasta que se desarrollan estados de ansiedad completos.
¿Quiénes son más propensos a desarrollar ansiedad, hombres o mujeres?
La ansiedad no distingue género. Hombres y mujeres tenemos la misma posibilidad de desarrollar esta enfermedad. La única diferencia es el modo en que se manifiesta socialmente.
¿Qué factores provocan la presencia de ansiedad?
El primer factor es el genético; es decir, heredamos la propensión (posibilidad) de padecer ansiedad. Después del factor genético, está presente el factor ambiental (todo el entorno que nos rodea). Así, hogares que mantienen una dinámica (convivencia) disfuncional son el espacio ideal para que aparezca la ansiedad, incluso si no existe el factor genético en la persona. Cuando se habla de un hogar disfuncional es porque puede existir: violencia, alcoholismo (u otra dependencia), abandono y negligencia (la negligencia se refiere a no atender las necesidades de los hijos aunque se tenga la posibilidad de hacerlo).
IMPORTANTE
Los niños que presentan TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) y que no tienen una atención profesional (psicológica y/o neurológica) presentan, inevitablemente, trastorno de ansiedad en algún momento de su vida (generalmente, surge en la adolescencia). A excepción de aquellos niños que, por cualquier circunstancia, viven en un entorno adecuado y acorde a su padecimiento (TDAH).
Volvamos a la diferencia entre ansiedad, preocupación, nerviosismo y estrés. La preocupación, estrés y nerviosismo son aspectos que pueden trabajarse a voluntad. Es decir, la persona aprende a desenvolverse en su entorno de un modo más adecuado. Sin embargo, la ansiedad requiere SIEMPRE intervención profesional. Esto significa que la ansiedad NO PUEDE ATENDERSE SÓLO CON LA VOLUNTAD Y LAS “GANAS” DE LA PERSONA.
¿Quiénes pueden atender profesionalmente la ansiedad?
Los profesionales que pueden brindar atención a personas que padecen de ansiedad son los psicólogos, neurólogos y psiquiatras. Cada uno de ellos aborda la ansiedad con un enfoque especializado.
¿Cómo saber si se padece ansiedad?
En líneas anteriores, se describieron los síntomas y manifestaciones de la ansiedad. No obstante, sólo un profesional (psicólogo, neurólogo o psiquiatra) puede determinar el diagnóstico para su atención. NO PUEDES DIAGNOSTICARTE SOLO(A) porque existen similitudes entre un trastorno y otro. Por ejemplo, puedes tener depresión y confundirlo con ansiedad. O puedes estar padeciendo una enfermedad totalmente médica y no atenderla por confundirla con ansiedad (hipertensión, por ejemplo).
¿Qué hacer?
Si sospechas de presencia de ansiedad en tu persona o en alguien más, lo más indicado es acudir con un especialista para que realice una valoración y diagnóstico, y para que determine el tratamiento a seguir.
Uno de los aspectos más importantes en el cuidado de la salud es reconocernos como seres integrados por varias dimensiones (cuerpo, pensamientos, emociones, espiritualidad, y nuestro ser social) y tener presente que cualquier alteración a una de nuestras dimensiones afecta directamente a las demás.
Si reconoces malestares físicos o emocionales, atiéndelos. La atención a nuestra propia persona es una de las principales manifestaciones de amor hacia nosotros mismos.