El presente reportaje se publicó el 18 de octubre de 2015 en la edición impresa No. 558. Sirva como homenaje a las tres valientes mujeres que compartieron su testimonio y siguen siendo ejemplo de vida; y a las mujeres que en el anonimato pasan por el difícil proceso de esta enfermedad. Para todas ellas nuestro reconocimiento.
Por Juan Leyva / Mario Velasco
Una pequeña esfera. Algo extraño, pero sin importancia. Que se deja pasar sin mayor atención. Eso es lo que suele detonar una de las principales causas de muerte entre las mujeres.

Es el cáncer de mama; una enfermedad por la cual una mujer fallece cada dos horas en México. Una enfermedad que, además, genera millones de historias trágicas y en la que, pese a todo lo mencionado, sigue existiendo una alarmante falta de cultura entre la sociedad.
¿Qué podemos hacer para que esto disminuya? Entre muchas otras opciones, una de ellas es conocer de primera mano cómo y de qué forma se ha sobrevivido a una experiencia de este tipo.
Estas son tres mujeres que viven para contarnos sus historias.
Génesis de un problema
La belleza femenina tiende a resaltar ciertas áreas que resultan atractivas a la mirada. Rostro, piernas o cintura forman parte de ella. Sin embargo, una de las características más representativas son los senos, ya que esta parte es exclusiva de las mujeres.

Hermosos como son, en los senos se desarrolla una de las diversas variantes del cáncer. El inicio, como suele suceder con esta enfermedad, se presenta cuando un grupo de células crecen de forma desorganizada, desembocando en lo que conocemos como un tumor.
Los tumores se dividen en dos clasificaciones: benignos y malignos. En el caso de que un tumor sea diagnosticado como benigno, simplemente se extirpa y comienza un proceso de control, hasta cierto punto, tranquilo, ya que este tipo de tumor no genera mayores problemas de salud, a menos que oprima algún órgano vital, como puede ser el cerebro.
Los tumores malignos son mucho más complicados de tratar, ya que degeneran en cáncer y, con ello, pueden propagar la enfermedad hacia otras partes del cuerpo, fenómeno conocido como metástasis.

Precisamente por ello es que, en el cáncer de mama, se vuelve fundamental que las mujeres realicen el proceso conocido como autoexploración, con el cual es posible identificar alguna anomalía en el área de sus senos, misma que, al ser evaluada y atendida a tiempo, representa la posibilidad de sortear con éxito dicha enfermedad.
Como dato a resaltar, desde el año 2006, el cáncer de mama se ha convertido en la primera causa de muerte entre las mujeres mayores de 25 años de nuestro país. En cifras duras, podemos mencionar, según datos de las instituciones de salud gubernamentales, que cada dos horas fallece una mujer a causa de esta enfermedad. Esto nos lleva a decir que, aproximadamente, 4 mil 380 mujeres pierden la vida cada año por el cáncer de mama.
Puntos de quiebre
La mayoría de los seres humanos nos hemos acostumbrado a la rutina de cada día. Ver el sol, sentir el aire y creer que todo eso es normal. Y tal vez lo sea. Sin embargo, el sufrir una enfermedad como el cáncer de mama necesariamente modifica nuestra percepción.
La forma en que cada una de las personas asume este cambio es distinta entre una y otra. Entre las múltiples opciones que existen, una de ellas es acercarse a la espiritualidad y encomendarse hacia un ser supremo.
En d´interés estamos plenamente conscientes de que la libertad de pensamiento nos permite creer en lo que queramos e, incluso, nos otorga la posibilidad de no creer en ninguna divinidad.
En virtud de ello, presentamos el testimonio de la Profra. Patricia Mendoza Cárdenas, quien, desde su perspectiva, comparte lo que el cáncer de mama representó en su vida:

–Hoy deseo compartir con ustedes amables lectores una página del libro de mi vida, cuando me enfrenté a un diagnóstico de cáncer, de inmediato mi mundo se volvió caótico.
No obstante el encontrar apoyo, palabras de aliento y abrazos afectuosos de mi hermana, hijas, familiares, amigos y compañeros de trabajo, detuvieron la estrepitosa caída de mi alma, cuerpo y espíritu. Y fue entonces cuando aprendí el verdadero significado de la gratitud, porque esta dolorosa experiencia me permitió reencontrarme con Dios.
Y ahí en las largas noches sin sueño, durante muchos días que parecían interminables, comencé a escribir pensamientos simples, que me atrevo a compartir un pequeño fragmento de ellos.
“…Dios todo poderoso y eterno, Tú que miras con claridad mi alma, te agradezco hoy el regalo de la vida y te pido me lleves con paciencia y valentía por este camino. Bendigo y agradezco a mi Padre Dios, el poder escribir estas simples ideas, para expresar hoy más que nunca que jamás estoy sola… Que gracias a la oración se puede unir el cielo con la tierra; aunque mi oído no te escuche me hablas a través de los demás y me invades con tu divina presencia cada vez que cierro mis ojos y te miro dentro de mí…
….Gracias Padre mío porque me regalas la fortaleza de tu divino amor, el valor que necesito, cuando me enfrento a los difíciles tratamientos, me abrazas con paciencia cuando me desespero, cuando el dolor me lastima y me quiere aniquilar. Entonces me aferro a ti y le suplico a tu Madre Santísima me guarde en la serenidad, en la calma y en la fe…
…Gracias Señor por mi salud, gracias por mi pronta sanación pues sé que con tu ayuda saldré adelante de esta terrible prueba. Nuestro Padre Jesús nos creó para tener vida, salud, felicidad y alegría aunque a veces, como a mí, se nos olvida. Gracias mi Dios por regalarme esperanza y energía que me hacen sentir sana, fuerte, curada y agradecida.
…Estoy cierta que el aprendizaje que tengo hoy a través del dolor, habrá de transformarse en AMOR, en humildad y fortaleza. Gracias Jesús porque como a mí, bendices y ayudas a todos los enfermos, nos reconfortas, nos consuelas y animas con tu divino amor, con la luz de tu palabra y con el perdón de nuestras debilidades…
…Gracias mi Señor por darme la valiosa oportunidad de conocerte y aferrarme a ti y aunque muchas veces ingrata, tú como Padre amoroso me perdonas, me regalas la oportunidad de rescatarme, de reencontrarme y de poder pedirte me sanes, me cuides y me abrigues con tu Santa protección y que tu luz divina ilumine mi camino…”
Así con la fe en Dios como primer medicina logré hasta el día de hoy estar viva, sana, alegre, emocionada y profundamente agradecida con médicos, enfermeras, sacerdotes, familiares, entrañables amigos, compañeros; disfrutando cada día como un nuevo renacer, para continuar escribiendo en las páginas del libro de mi vida, en donde hoy reconozco que este tropiezo se diluye ante tantas evidencias y referencias de muchas hojas de mi vida llenas de alegría, emoción, satisfacciones, de paz y de amor.
Muchas Gracias.
Amar la enfermedad

Ser madre y estar al frente de un negocio. Creer que la vida es una continua sucesión de días en los que todo transcurre con normalidad.
Como muchos de nosotros, Consuelo Pérez Vallejo creía que eso era vivir. El cáncer de mama modificó su punto de vista y he aquí su versión:
–El cáncer establece una división. La vida, antes de eso, era normal. Después del cáncer desarrollas la consciencia de que te tienes que cuidar y valorar más. Hasta cuando nos ocurre algo es cuando se aceptan las consecuencias de nuestros actos y se valora más la vida. Mi padre falleció por cáncer de esófago y la herencia es un factor para esta enfermedad. Otros son la mala alimentación, el estrés, la ansiedad, depresión, rencores, etc. Yo tenía todos esos factores.
Yo me auto exploraba cada mes, tenía el hábito. También me hacía revisiones. Al principio, cuando detecté algo, me decían que sólo era fibrosis quística. Así duré dos años. Hasta después, cuando me hice otra mastografía se descubrió un problema, pero, aún con la biopsia, me decían que era un tumor benigno. Pero algo no me dejaba tranquila, el color de mis pezones no era el mismo. Al final, después de tocar puertas y ver otras opciones, pude confirmarlo: tenía cáncer de mama.
Al confrontar esta situación, es necesaria la estabilidad emocional, seguridad en uno mismo. Me dije “no pasa nada. Tengo dos hijos y son mi motor. Ya soy hasta abuela, así que debo estar bien por mí”.
Soy afortunada al tener una familia unida, amigos del alma. En tener voluntad de salir adelante. He hablado con muchos doctores y enfermeras que han atendido a miles de personas, y algo en lo que todos están de acuerdo es que, varios de sus pacientes, aún con la medicina, se dejan morir por falta de una actitud positiva. Eso es muy triste.
Decidí enfrentar mi enfermedad como una oportunidad para experimentar, para vivirla y amarla, para que nada me haga sufrir. Decir que si se queman mis venas, ni modo, no había otro remedio. Si me metía en el aparato para radiación sentir como si fuera astronauta. Y me reía.
Con eso le trasmití a la gente mucha actitud. A las sesiones de quimioterapia iba gente muy deprimida, derrumbada. Me partía el alma que muchos de mis compañeros fueran de edades de 20 o 25 años. Por eso era mi intención darles fortaleza, cariño.
En mi caso, el cáncer era etapa 2. La escala llega hasta la etapa 7, que ya es terminal. Efectivamente, los miedos y temores son muy fuertes, pero uno elige si pararse o dejarse caer. Cuando empecé con este proceso, yo tenía mi cabello largo, así que me mentalicé por si tenía que perderlo, así que me lo corté hasta el hombro. Quería evitar traumas.
Al primer mes de quimioterapia se me desprendió el cabello. Entonces decidí ir a la estética y así decidí salir a la calle: sin gorra ni nada: pelona; diciendo “esta soy yo ahora”. Sin tristeza ni compasión, era un proceso de aceptación. Una cosa que me da risa, es que una amiga me dijo que sin cabellera no era nada ni nadie. Y está bien, porque son experiencias y así uno sabe con quién está. Aprendes a valorarte y saber que eres algo más que senos o cabello.
En la sala de quimioterapia, por supuesto, los ánimos de la gente, no son altos. Afortunadamente si hay algo poderoso, eso es la mente, el corazón y el alma, así que no poda comenzar a deprimirme. o es el corazunadamente Y esta bpararse o dejarse caer. Cuando empeceso era mi intencisufrir. res y enfía comenzar a deprimirme. Como ya he dicho, había jóvenes que ya no tenían piernas o brazos, y eso es muy triste. Pero aún así los abrazaba y me reía para poder contagiarlos, sin contagiarme a mí misma de su dolor.
Las sesiones en quimioterapia son de diferentes tiempos, yo comencé con cinco horas y media. En ocho sesiones fue disminuyendo hasta concluir en una hora. En ese tiempo hay mucha gente que no aguanta, pero esto es así.
Algo que quiero dejar en claro es que cáncer no es sinónimo de muerte. Es sólo una enfermedad como diabetes, o cualquier otra. Pero si se puede sobrellevar y cuidar, claro que se salva uno. La medicina ha avanzado mucho y además busqué otras alternativas. De todo. Cosas energéticas. Terapia psicológica. Y es que el dolor y soledad que se experimenta son tremendos, pero es parte del crecimiento.
Todo deja secuelas, mis venas están quemadas. Tengo dolor en los huesos y comienza ha haber deformación. El cuerpo cambia. Mi seno está quemado por las radiaciones. Esto es así. Pero digo, mientras que no me cambie el corazón y el alma….
A partir de un año he sentido que voy recuperándome. Me veo al espejo, incluso desnuda, y digo “ahora esta soy yo”. Al principio sentía tristeza, pero estoy consciente de que no he muerto, simplemente soy otra.
Cada caso es distinto, pero en el mío, la forma de sobrellevar esta enfermedad es aceptarla, amarla. Con eso lo digo todo. Amo lo que tuve , porque gracias a eso aprendí a amarme. Una mujer no debe derrumbarse porque se cae el cabello o cambia su cuerpo. Hay que arreglarse, maquillarse, trabajar. No hay que abandonar nuestra feminidad. Hay que ser responsables de nuestros actos, y si nos enfermamos fue por algo. Cuesta trabajo hacerse responsable de nuestros propios actos, pero eso es parte de vivir. Si estamos aquí, es por algo. Nada de tirarse para que alguien nos levante. Qué horror. Eso no va conmigo. Prefiero la fortaleza espiritual, y si no se tiene, ir a terapia, psicológica, religiosa o de la que sea.
Y claro, la familia y los amigos son fundamentales.
Un proyecto, una reconstrucción

Tener 27 años. Comenzar un proyecto de trabajo siendo una de las personas más cercanas al alcalde de Atlacomulco. Contar con esposo y un pequeño de sólo dos años.
Las condiciones parecen perfectas para desarrollarse. Hasta que irrumpe el cáncer de mama.
Este es el testimonio de la Lic. Jessica Tolentino Navarrete.
-Soy secretaría técnica en la administración municipal de Atlacomulco. Ya había detectado en uno de mis senos una bolita a la que no le hice caso. Eso fue en febrero del 2009. En agosto noté que había crecido. En octubre me dicen que tengo cáncer de mama en una etapa 2. Los doctores me comentaron que ya tenía 7 años con el cáncer, sólo que hasta esos momentos comenzó a presentar una sintomatología. Y es que es una de las enfermedades que más tarda en reproducirse.
En mí, lo que hizo que se acelerara fue mi embarazo. Por todo el cambio hormonal durante el periodo de gestación.
Hasta antes de que me diagnosticaran el cáncer, mi vida era 80% trabajo y 20% familia. Mi trabajo es demandante. Entraba a las 8 o 9 de la mañana y salía hasta las 10 de la noche. A veces no comía. Todo eso fue otro factor de desarrollo para el crecimiento del tumor.
Por supuesto, todo cambió a partir del diagnóstico. Volvía a ver la vida de otra manera, a cambiar mis prioridades. Supe que lo importante era estar con mi hijo y mi esposo. Sin abandonar mi responsabilidad con el trabajo, comencé a darle prioridad a mi familia.
Después de la operación para retirar el tumor, lo siguiente fue estar cerca de un año en quimioterapias. Era necesario porque existía la probabilidad de que las células cancerosas se hubieran dispersado hacia otro órgano.
Estéticamente, claro que me afectó. Tenía 27 años. Emocionalmente, por supuesto que también hubo daño. Yo estaba comenzando un proyecto de trabajo que me agradaba mucho.
Por supuesto, es difícil asimilar que te digan que tienes cáncer de mama. Eso fue en Toluca, así que en el trayecto de regreso mi mamá, mi marido y yo veníamos llorando, mientras que mi hijo no sabía qué pasaba. Creo que todo ese día me la pasé llorando.
También había que pensar a quién le iba a informar sobre esta situación. Creía que entre menos personas se enteraran, era mejor. Después me di cuenta de que una de las cosas que más te ayuda en esos momentos en compartir y sentir el apoyo de las personas.
Después de mi familia, la primer persona a la que el informé fue a mi jefe, el Mtro. Arturo Vélez, quien me hizo el favor de dirigirme hacia un doctor que trató a su padre. Él confirmó que era cáncer y que había que realizar una mastectomía, porque no podía salvar mi seno.
Me atendieron en el ISSEMyM y lo hicieron muy bien. Recibes atención psicológica para ti y para tu familia. Analizan tu caso y te hacen saber cómo se va a realizar. El 1 de noviembre me operaron, aunque me mencionaron que no podrían hacerme la reconstrucción de seno porque no era candidata para implante.
Claro que empiezas a pensar en lo que vas ha hacer o lo que van a pensar los demás. Si tu esposo no te va a querer así, o si tú misma te vas a rechazar. Después ya no le tomé tanta importancia, me dije “bueno, a final de cuentas, sólo es carne”.
Afortunadamente, después de buscar otras opciones vi que sí era candidata para la reconstrucción de seno. Así que en el momento en que me hicieron la mastectomía, también me hicieron la reconstrucción con parte del músculo.
No pude levantarme de la cama durante dos meses, porque la cirugía fue delicada. Para poder reconstruir el seno, tienen que abrir parte del abdomen, sacar una porción de la grasa del tejido intestinal, levantar capas del musculo, engrapar y darle forma de seno. Y en la parte donde ya no tienes músculo se coloca una malla para contener los intestinos. Así ando hasta el día de hoy.
Por supuesto en esos dos meses no pude llevar quimioterapias. Eso fue hasta enero del 2014. En mi caso sólo me dieron cuatro sesiones. Afortunadamente no perdí el cabello de manera total. Entré a un programa llamado Dignicap en el cual te ponen un casco para congelar la cabeza, y cuando eso sucede ya te empiezan a colocar las soluciones de la quimioterapia. Eso durante seis horas. Aun así, perdí el cabello de arriba de la cabeza, porque la parte más fuerte está en los costados. En realidad, no valoré tanto mi seno como mi cabello.
Aún así, en enero del 2014 ya estaba trabajando. Fue una manera de ayudarme y distraerme. No quería estar en casa sintiendo lástima de mí misma. Por supuesto, la quimioterapia tiene efectos físicos, así que no puedes hacer todo de la misma manera que antes, así que trabajaba todo el mes y, después de la quimioterapia, quedaba fuera de acción una semana.
El cáncer es una enfermedad que debemos combatir también con remedios alternativos. Probé de todo, flor essence, carne de víbora, té de raíz de árbol de liga. Actualmente tomo un preparado de sábila con vino y miel. En realidad los doctores no se opusieron a que probara opciones naturales.
Inmediatamente después de la última quimioterapia, sentí que me recuperé. No baje mucho de peso. Tampoco sentí dolores. Sentía que tenia fuerza. Apetito. En realidad lo único que perdí fue el tiempo en que estuve en quimioterapia. Lo único que sí me prohibieron fueron los tacones, pero eso fue por la herida en mi vientre. De ahí en mas, no dejé de maquillarme. Quería que mi hijo y esposo me vieran bien; pero lo más importante, quería que yo misma me viera bien.
Mi mensaje a los demás sería para decir que no todas la enfermedades te matan, y que en este momento el cáncer, por lo menos en el caso de muchos compañeros, es perfectamente curable. Claro, va a costar trabajo. Se enfermarán la familia y los amigos, y dejan de verte porque no saben qué decir. Algunos también estarán todo el tiempo presentes, haciéndote reír con cualquier tontería.
Estar en el área de quimioterapia y reunirte con tus compañeros es, a veces, difícil. No todos llegan del mismo ánimo. Recuerdo mucho a una compañera que vestía un pants negro. A ella le habían dicho que ya no podían hacer nada porque estaba completamente invadida. Era muy alta, y ya sólo pesaba 30 kilos. Cuando nos veíamos, me decía “¿por qué ya no me mandas mensajes?” Y yo trataba de darle ánimos, pero en realidad me daba miedo del día en que le mandara un mensaje y ya no me respondiera.
Por supuesto, también había gente que iba más adelantada y que nos daba ánimos porque ellos eran el ejemplo de que sí podía haber avance en esta enfermedad.
Como quiera que sea, al terminar el tratamiento una puede hacer su vida normal. Me gusta vivir. Cuando llueve me gusta mojarme como lo hacen los niños. Son cosas que vuelves a valorar. Parecerá una frase gastada, pero es la realidad: tu vida da un giro en el que entiendes cuáles son las cosas valiosas y cuáles no.
Es volver a nacer.

*Agradecemos a la Mtra. Luz María Patricia Mendoza Cárdenas, a la Sra. Consuelo Pérez Vallejo y a la Lic. Jessica Tolentino Navarrete, las facilidades prestadas para la realización del presente reportaje.





