Columna: INCÓGNITA LEGAL
Por: Rubén Alejandro Domínguez Bernal*
Para abrir el siguiente artículo imaginemos una escena inquietante, un ciudadano busca un amparo en la Constitución, pero descubre que el texto no le ofrece una salida clara. Surge entonces la pregunta inevitable: ¿qué ocurre cuando la ley más alta del país no alcanza a protegernos? En estos momentos críticos, el principio pro persona se convierte en un salvavidas jurídico, pues obliga a interpretar y aplicar las normas de la manera más favorable a la dignidad humana.

El artículo 1° constitucional establece que todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos. Y lo más trascendental, deben hacerlo bajo el principio pro persona, es decir, siempre eligiendo la norma o interpretación que brinde la máxima protección a la persona.

Esto significa que la Constitución no es un límite cerrado, sino un piso mínimo. Si existen tratados internacionales, leyes locales o incluso criterios de tribunales que reconozcan una protección más amplia, esa será la que deba aplicarse.

¿ENTONCES LA CONSTITUCIÓN SE QUEDA CORTA?

El principio cobra vida precisamente en escenarios donde el texto constitucional parece insuficiente, por mencionar un ejemplo tenemos el derecho a un medio ambiente sano, este, tiene un desarrollo mucho más robusto en tratados internacionales que en la propia Constitución mexicana.

EL PRINCIPIO COMO SALVAVIDAS

En la práctica, el principio pro persona ha permitido que muchos ciudadanos ganen amparos, porque el juez consideró que un tratado internacional ofrecía una protección más amplia que la norma nacional. Es un recordatorio de que los derechos humanos no son concesiones del Estado, sino garantías que deben asegurarse con todas las herramientas jurídicas posibles.

Esto no significa que la Constitución deje de tener valor. Al contrario: es el punto de partida, pero no el límite. La Constitución establece el “mínimo”, y el derecho internacional puede ampliar ese marco de protección. Lo verdaderamente relevante es que el derecho ya no puede entenderse en clave puramente nacional, sino en un diálogo constante con estándares internacionales.

La Constitución es la base, pero no siempre la última palabra. Cuando ésta se muestra insuficiente o incluso restrictiva, el principio pro persona actúa como garante de que ningún texto por solemne que sea esté por encima de la dignidad humana.

“LA JUSTICIA COMIENZA Y TERMINA CON LA PERSONA.
Abogado miembro de la firma jurídica Incógnita Legal 📖

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