Columna: DESDE LA BANQUETA
Por: Gabriel Escalante Fat*

“La patria no es el suelo que se pisa,

sino el suelo que se labra y se defiende.”

Guillermo Prieto.

            La mayor fiesta cívica nacional, que se origina en Palacio Nacional y se replica en 31 capitales estatales, más de dos mil quinientas cabeceras municipales, incontables comunidades y colonias de México, así como legaciones de nuestro país en el extranjero, se ha ido degradando en las últimas décadas, por el carácter político que las autoridades en turno le otorgan. No por eso deja de tener importancia o de simbolizar la unidad —cada vez más fracturada— de los mexicanos.      
Primer Grito de Independencia pronunciado por la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum
            El pasado lunes, los mexicanos fuimos testigos del primer Grito de Independencia pronunciado por una presidenta de la República. Sus incondicionales destacaron esta particularidad como un hecho histórico en 215 años de vida independiente (lo que no es preciso, ya que nuestro país tiene sólo 204 años como nación soberana, pero esas son nimiedades).
            El hecho de que una mujer sea la Jefa del Ejecutivo mexicano es, sin duda, un signo de avance en el ámbito político nacional, aunque yo espero que su llegada a la Presidencia haya sido por sus capacidades y no por su sexo. O, como dijera la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo —tan odiada por la izquierda de México— quiero que me juzguen por lo que tengo en la cabeza, no por lo que tengo entre las piernas”.
            Desde luego, la doctora Sheinbaum no iba a desperdiciar este magno evento en el que la mirada de millones de mexicanos estaba dirigida a ella, para reforzar, mediante múltiples señales, su condición de mujer.
            En primer lugar, su vestido morado, color con el que se identifica el movimiento feminista, concebido por diseñadoras mexicanas, con un bordado nahua elaborado por la maestra tlaxcalteca Virginia Arce. Esta prenda, criticada por algunos, contrastó marcadamente con el traje gris de su gris marido.
Escolta de cadetes conformada íntegramente por mujeres entregando la bandera
            La escolta de cadetes que le entregó la bandera, conformada íntegramente por mujeres. Aunque algunos medios difundieron que era la primera vez que esto ocurría, en realidad ya había tenido precedentes en los años 2016 y 2017, cuando escoltas femeninas le entregaron la bandera a Enrique Peña Nieto.
Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra y Manuela Molina, “la Capitana”
            El texto de la arenga, quizá demasiado largo, tuvo también un muy importante componente feminista. Cuatro mujeres destacadas en el movimiento insurgente fueron mencionadas, alternándolas con los tradicionales héroes independentistas: Manuela Molina, “la Capitana”, Gertrudis Bocanegra, Leona Vicario y Josefa Ortiz Téllez-Girón, conocida por todos como Josefa Ortiz de Domínguez, a quien la presidenta decidió despojar de su apellido de casada, para adicionar su apellido materno. 
Aquí me voy a detener un poco. Una mujer no                   tiene mayor o menor valor por el nombre o los apellidos    que ostenta. El agregar la preposición “de” y el     apellido del esposo a las mujeres casadas, se ve hoy como algo obsoleto, pero apuesto a que en 1810, era lo más normal del mundo. Además, en el caso particular de doña Josefa, destacar que era esposa de Miguel Domínguez —corregidor de Querétaro y hombre importantísimo del gobierno realista— y a pesar de ello, parte de la Conspiración de Independencia, no hace sino destacar su valentía y compromiso con la patria por nacer. Así que suprimir el Domínguez sólo por una ocurrencia presidencial, me parece una banalidad.
Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Ignacio Allende y Vicente Guerrero.
            Después de cumplir con las menciones a Hidalgo, Morelos, Allende y Guerrero, dejando fuera a los hermanos Aldama, a López Rayón y al consumador del movimiento, el siempre injustamente ignorado Iturbide, la presidenta se volcó a las menciones de colectivos y conceptos. Lanzó vivas a las heroínas anónimas, las heroínas y héroes que nos dieron patria, las mujeres indígenas, nuestras hermanas y hermanos migrantes, la dignidad del pueblo de México, la libertad, la igualdad, la democracia, la justicia, México libre, independiente y soberano, para rematar con los clásicos tres “¡Viva México!

            ¿Cómo y desde cuándo se celebra la Independencia de nuestro país? Encontré, en un podcast del historiador Alejandro Rosas, estos datos, que merecen la pena ser compartidos:

            Ignacio López Rayón —tlalpujahuense, ideólogo del movimiento Insurgente— encabezó la primera celebración de la Independencia, cuando aún ésta no se había consumado. Este hecho tuvo lugar en Huichapan (hoy Estado de Hidalgo), con un sencillo brindis.

            Un año después, en 1813, José María Morelos decretaría, en sus Sentimientos de la Nación, que el 16 de septiembre se consideraría fecha solemne, por haber sido el día en que “se levantó la voz de la independencia y nuestra santa libertad comenzó”.

           En 1825, el entonces presidente Guadalupe Victoria, encabezó la primera ceremonia del 16 de septiembre, en un México independiente. La fecha había sido designada por el Congreso, en 1823, pero la primera celebración debió esperar dos años.

           En 1864, tuvieron lugar dos conmemoraciones de Independencia. Una de ellas, en el pueblo de Dolores, Guanajuato, encabezado nada menos que por el emperador Maximiliano de Habsburgo, quien desde el balcón de la casa parroquial en donde vivió Miguel Hidalgo, arengó al pueblo y, en su mal español, gritó: “¡Viva la Independencia, viva México!” Siguió a esta proclama, una elegante cena con la asistencia de la aristocracia local.
Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias y Guillermo Prieto.
            Al mismo tiempo, el legítimo gobierno de la República, encabezado por Benito Juárez, viajaba por México en el carruaje negro que se convirtió en un símbolo de resistencia, austeridad y perseverancia. Acompañado por Guillermo Prieto, José María Iglesias y Lerdo de Tejada, entre otros hombres de su confianza, la noche del 15 de septiembre, el carruaje llegó a un lugar llamado La Noria Pedriceña, en los límites entre Durango y Chihuahua. Y en ese paraje desértico y pedregoso, con un viento frío y un firmamento cuajado de estrellas, el presidente Juárez le pidió a Guillermo Prieto —excelente escritor y brillante orador— que pronunciara unas palabras para recordar el inicio de la Independencia, cincuenta y cuatro años atrás.

            “La Patria es sentirnos dueños de nuestro cielo y nuestros campos, de nuestras montañas y nuestros lagos. Es nuestra asimilación con el aire y con los luceros, ya nuestros. Es que la tierra nos duela como carne y que el sol nos alumbre como si trajera en sus rayos nuestros nombres y los de nuestros padres. Decir Patria es decir amor y sentir el beso de nuestros hijos. Y esta madre sufre y nos llama para que la liberemos de la infamia y de los ultrajes de extranjeros y traidores”, escribió y declamó Prieto.

            Un acto conmovedor y profundo, realizado en torno a una fogata, por hombres que nunca perdieron la fe en el triunfo de la ley y la justicia.
General Porfirio Díaz, Álvaro Obregón, Miguel Alemán Valdés.
            El primer grito, muy similar al que conocemos ahora,  se dio la noche del 15 de septiembre de 1896, encabezado por el General Porfirio Díaz. Fue en esa fecha cuando se tocó la campana de Dolores, ya colocada sobre el balcón central de Palacio Nacional, y se ondeó la bandera de nuestro país.

            Con los avances tecnológicos, la ceremonia del Grito se pudo transmitir por radio, por vez primera, en el año de 1924, bajo la presidencia de Álvaro Obregón. En 1950, se transmitió por televisión el cuarto Grito de Miguel Alemán Valdés, a través del Canal 4, fundado apenas el mes anterior.

            En este siglo, los presidentes fueron saliéndose cada vez más del marco tradicional del Grito, agregando arengas relacionadas con su orientación política o con estilo de gobernar.
Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador.
            Vicente Fox añadió: “Viva la unidad nacional y la paz”.  A Felipe Calderón le correspondió conmemorar el bicentenario de la Independencia, lo que destacó en su arenga; además, en 2012, incluyó a Galeana, a los hermanos Bravo y a Mariano Matamoros, en el grupo de héroes homenajeados.  Peña Nieto se ciñó a los formatos clásicos del grito y no intentó innovar, quizá para no causar polémica. López Obrador, en su primer grito, lanzó 20 vivas (uno de los más largos hasta el momento) e incluyó a las comunidades indígenas en ellos. Pero fue en su último grito, el año pasado, cuando casi se eternizó en el balcón, con 24 “vivas y —por primera vez en la historia— cuatro “mueras: a la corrupción, a la avaricia, al racismo y a la discriminación, sin faltar, antes del triple “Viva México”, un “Viva la cuarta transformación”, muy acorde a su personalidad egocéntrica y a su dudoso equilibrio mental.

            Este año, por fortuna, tuvimos una ceremonia sin estridencias, que hasta los opositores podemos aplaudir. Cierto que no es más que un acto ceremonial, pero es un breve respiro ante la andanada cotidiana de ataques a los adversarios del régimen, a la destrucción de la independencia de las instituciones y a la política populista que llevamos soportando desde hace siete años.

            Yo me atrevo a decir, hoy y siempre, a pesar de todo ¡QUE VIVA MÉXICO!
Guadalajara, Jalisco, septiembre 17, 2025.

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