Por Mario Colín*

La feria o Función del Señor del Huerto, como le llamamos los nativos de Atlacomulco, es como una palabra mágica para todos los comarcanos; genera ilusión y hace nacer esperanzas. Fija metas y plazos. Mide, como un calendario, el tiempo sentimental. La gente empeña la palabra y traza planes en torno a la próxima Función. Los días anteriores a la esperada fecha, todo se aplaza, toda gira en torno al advenimiento de ese ansiado día. “Cuando llegue la Función” …, “Si vivo para la Función”; y al cumplirse el término, vuelve otra vez la ilusión pueblerina a aflorar candorosa y tierna: “Hasta la Función del año entrante” …, “Ya no volveré a ver la Función…”, murmuran los viejos entre frases amargas cargadas de tristeza. Así se deslizan los días y las horas en tiempos de la Función, en la función del tiempo que todo se lleva…
La “Función del Señor del Huerto” dura varios días, contado su novena de preparación y su octava de prolongación. La fecha de la fiesta no es fija. Se celebra el tercer domingo de septiembre de cada año.
Previamente se anuncia con programas que se fijan en las puertas de las iglesias y en lugares concurridos. Algunos ejemplares de estos programas los publico en este libro. El más antiguo tiene fecha de 1922 y el más moderno de 1946. Los actos anunciados más o menos son los mismos en todos, sólo pequeñas variantes los diferencian.
En el más antiguo se anuncian los siguientes actos de culto: Un solemne novenario que se inicia, ese año, el viernes 8 de septiembre. Durante el novenario se anuncia la asistencia en peregrinación de los pueblos de San Juan y hacienda de Toshi; San Lorenzo y Bombatevi; Tecuá y La Joya; Diximoxi y San Luis; pueblos del Rincón y San José y hacienda de El Salto; Santiago Acutzilapan y para el último día, de todos los vecinos de Atlacomulco.
El programa puntualiza que “todos los días de la novena se dignarán venir por turnos en ordenada peregrinación los vecinos de los pueblos mencionados, con sus danzas, sus coros y presididos por sus fiscales y mayordomos; y que serán recibidos en la puerta del templo antes de la misa”.
El primer día de la novena, aunque este programa no lo dice, se lleva a cabo una ceremonia llamada la entrada de las flores, que consiste en llevar un arco de flores cultivadas especialmente por los campesinos y hombres humildes. El arco lleva dalias, lirios, cempaxúchitl, etc., y es colocado en al altar del Santuario.
Los pueblos que llegan cada día de la novena a venerar al Señor del Huerto vienen en peregrinación trayendo la imagen venerada en su comunidad.
El programa a que nos hemos referido incluye los siguientes actos para el día de la fiesta y su víspera: En ésta por la tarde se hace la traslación de la imagen del Señor a la parroquia, que es el lugar donde se hará la Función principal. La imagen del Señor se traslada en un ambiente de gran fervor y en medio de una hermosa procesión alegrada por los repiques, cohetes, tambores, chirimías, violines, grupos de danzantes y una abigarrada multitud de gente de todas las clases sociales.
El último día de la novena y el día de la fiesta se anuncian misas “cantadas de tres ministros”, desde las cinco de la mañana hasta las doce, hora en que se lleva a cabo la solemnísima procesión con la imagen del Señor del Huerto. Por la tarde se anuncia el rezo del rosario y otra procesión con la imagen.
No es fácil describir todas las manifestaciones típicas de esta fiesta. Sería necesario presenciarla para gozar de todo su colorido y alegría popular.
No quiero dejar de mencionar la entrada del Trono de palomitas de maíz a la Parroquia. Este trono se hace en la casa del señor Gregorio Blas en el lugar conocido con el nombre de El Gigante, porque ahí crece un enorme eucalipto. Este trono va adornar en la parroquia el lugar donde se coloca la imagen del Señor del Huerto. Su entrada, pues, tiene efecto la víspera de la fiesta, cuando se hace el traslado de la imagen. El trono se adorna con palomitas y flores silvestres. También las imágenes que acompañan en la procesión se adornan con cañas de maíz, que por esos días ya tiene la próxima cosecha.
Al entrar el trono a la parroquia suenan los repiques de campanas, los cohetes, los pedreros, el atambor, el violín y la chirimía, que los han venido acompañando por las calles del pueblo.
Otra cosa muy típica son las danzas. Los indígenas que son los ejecutantes de ellas, parecen embriagarse danzando horas interminables rodeados de sus atentos admiradores y acompañados por una música de guitarra y violín que marca el ritmo a sus ágiles pies, que vuelan sin cansancio. 
El colorido de su vestimenta es admirable. Las danzas son diversas por su nombre, su ritmo, sus vestidos y su procedencia. Apaches, Monarcas, Moros, Pastoras y Concheros. Los apaches vienen de Ixtlahuaca y San Marcos; del barrio de la Ascensión proceden los Moros, los Monarcas y las pastorcitas. La danza de los Moros o Santiagueros representa la lucha de los moros y los cristianos. El Apóstol Santiago se representa con un pequeño caballo que lleva ceñido a la cintura uno de los principales miembros de la danza.
Los danzantes se disfrazan vistiendo ropa a propósito del tema de su danza y portando máscaras que representan algún personaje. No hay que olvidar que en la danza todo es simbólico. El acompañamiento musical suelen hacerlo con los siguientes instrumentos: violines, flautas, chirimías, tambores, teponaxtle y guitarra.
Las danzas se escenifican en la trio de la parroquia y los danzantes al empezar y terminar su danza visitan el interior del templo, de este modo ratifican que su danza tiene un propósito esencialmente religioso.
Entre la indumentaria de los asistentes a la feria llama poderosamente la atención el atuendo de las indígenas: su pelo negro trenzado con vistosas cintas de colores; en lo oídos grandes arracadas de plata con incrustaciones de piedras verdes, azules, rojas; vestido bien almidonado y un rebozo todavía oliendo a estreno.
Las peregrinaciones de indígenas de toda la región llegan sin cesar, en número considerable. En uno de los programas que publico se anuncian cinco mil peregrinos. Llegan cantando y trayendo en sus manos velas y flores silvestres. Arrodillados a los pies de la imagen del Señor del Huerto, entre sahumerios humeantes de copal y de música melancólica de violines, ofrecen sus dones y piden los favores que necesitan. Sus ofrendas: velas, veladoras, limosna milagros, medidas y retablos.
La procesión de las doce, el día de la Función, resulta la más solemne de las celebraciones, pues en ella participan todos los peregrinos portando las imágenes de sus pueblos y las danzas. En la procesión de la noche destacan los faroles de colores y las flores de oropel que hacen contraste con la oscuridad reinante.
Para prolongar lo más posible la fiesta se celebra también la octava de la misma, es decir, los ocho días siguientes son también de fiesta. El último día de la Octava se realiza el traslado de la imagen de la parroquia a su capilla, traslado que se hace, naturalmente, con toda la solemnidad posible.
Por el testimonio de los programas que publico sabemos que se dieron algunos cambios en la celebración. Por ejemplo, en 1942 y 44 se anuncian la iluminación y fuegos artificiales que antes no se mencionan. Además, mientras que en unos no se mencionan las entradas de flores ni el trono, en otros éstas se multiplican anticipándose una al mes de agosto.
Para terminar, diremos que la Función resulta un bello ejemplar de las fiestas populares: la animación y colorido sus procesiones y danzas son verdaderamente notables, y la indumentaria dominguera de los asistentes, sobe todo indígenas, es digna de verse.
Fragmento del libro Retablos del Señor del Huerto que se venera en Atlacomulco. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México. 1981.
Agradecimiento al Profr. Antonio Corral Castañeda. 
Fotografías Archivo Revista d'interés / Libro Retablos del Señor del Huerto que se venera en Atlacomulco de Mario Colín
*Del autor:
Mario Paulino Colín Sánchez (1922-1983) fue un destacado político, editor, promotor cultural, escritor, historiador, poeta y abogado mexicano, reconocido por su prolífica labor en la preservación y difusión de la cultura del Estado de México. Nació el 22 de junio de 1922 en Atlacomulco, Estado de México, hijo de María de Jesús Sánchez y Pedro Gaspar Colín Monroy, y hermano de Guillermo Colín Sánchez. Falleció el 25 de marzo de 1983 en Cuernavaca, Morelos.

Formación y primeros años

Colín Sánchez inició sus estudios primarios en Temascalcingo y los completó en la Ciudad de México, donde también cursó la secundaria. En 1949 se licenció en Derecho por la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Durante su etapa universitaria, participó activamente en el movimiento de protesta estudiantil de 1944 contra el rector Rodulfo Brito Foucher, destacándose por su escritura de textos de apoyo, como una oración fúnebre en honor a un estudiante fallecido en las manifestaciones.

Desde joven, admiró profundamente al político y diplomático Isidro Fabela, a quien consideraba su maestro y guía espiritual. Esta influencia se reflejó en obras tempranas como Semblanza de Isidro Fabela (1945), Isidro Fabela. Apuntes para una biografía (1945) e Isidro Fabela, un gobernante intelectual (1942-1945), dedicadas a documentar y honrar su legado.

Carrera política y administrativa

Afiliado al Partido Revolucionario Institucional (PRI), Colín Sánchez ocupó diversos cargos públicos. De 1947 a 1950, fue diputado local en la XXXVII Legislatura del Congreso del Estado de México, representando al distrito de Sultepec. Posteriormente, sirvió como secretario particular del gobernador Alfredo del Mazo Vélez, gerente de la fiduciaria estatal y director del Instituto Científico y Literario de Toluca (1952). En los años siguientes, impulsó iniciativas culturales clave: fue supervisor de la Campaña Nacional de Alfabetización en Jalisco, Nayarit y Sinaloa; secretario de Educación, Cultura y Bienestar Social en San Luis Potosí; y, en el Estado de México, director de Patrimonio Cultural y Artístico (1976-1981), donde creó la Rotonda de los Hombres Ilustres, la Dirección de Patrimonio Cultural, las Casas de Cultura en 18 regiones del estado y la Asociación Mexiquense de Cronistas Municipales.

También fundó la Casa de Cultura de Atlacomulco y promovió bibliotecas municipales, museos regionales y placas conmemorativas en sitios históricos.

Obra literaria y editorial

Colín Sánchez fue un editor incansable, responsable de cientos de publicaciones que enriquecieron el patrimonio cultural mexicano. Entre sus logros editoriales destacan:
13 libros sobre folclore y biografías (1948-1950).
  • 7 libros como director del Instituto Científico y Literario (1952).
  • La colección Testimonios de Atlacomulco (73 obras, iniciada en 1975).
  • La Biblioteca Enciclopédica del Estado de México (117 textos sobre historia estatal).
  • 198 libros editados durante su gestión en Patrimonio Cultural (1976-1981).
  • 6 libros como secretario de Educación, Cultura y Bienestar Social.
Su producción personal abarcó semblanzas biográficas como Ausencia de Marta de Teresa, José Enrique Salazar, Benefactor de Almoloya de Alquisiras y Francisco I. Madero. Su biblioteca personal, considerada un tesoro bibliográfico nacional, se conserva como patrimonio cultural de México.

Mario Colín Sánchez dejó un legado perdurable en la promoción de la identidad mexiquense, combinando acción política con una pasión inquebrantable por la historia y la literatura. Su influencia persiste en instituciones culturales que fundó y en las generaciones de cronistas y promotores que inspiró.

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