Sé que las despedidas normalmente caminan con la promesa de grandes reencuentros, y así de esta forma, cierro mi ciclo con gratitud y nostalgia. Me despido de este espacio, que fue mi refugio, mi voz y, muchas veces, mi desahogo.
Cada palabra escrita aquí, nació de vivencias ajenas o personales. Gracias a quienes me leyeron, cuestionaron o compartieron alguno de mis artículos. Me llevo más de lo que dejé.
Por ahora, he decidido guardar el papel y la pluma; y a la imaginación, le he dado un descanso; el tiempo decidirá, si se trata de un adiós, o un hasta pronto, en el mismo rincón del pensamiento.
No sé si volveré a escribir, pero sí sé que las ideas siguen vivas, que las preguntas no se agotan y que la expresión siempre encuentra nuevos horizontes. Seguramente, y así será, nos volveremos a encontrar, en las letras o el silencio mismo.
Gracias a la revista y a su director, por darme un espacio para pensar en voz alta, pero, sobre todo, a quienes encontraron en estas líneas, un reflejo, una chispa o una pausa, para hacer que esta pasión por las letras, tuviera sentido.
Gracias a todos, por acompañarme en esta aventura.