Por Víctor Hugo
Qué abstracta sensación, no estoy triste ni alegre; no estoy riendo, pero tampoco llorando... Mi mente no piensa, no recuerda nada, y al corazón se le olvidó latir... no siente ni extraña.
¡Qué rara percepción!, estar atrapado en el eco de mi ausencia, observar el mundo sin mí, con nada y todo por entender, de esa perspectiva del abismo de la existencia.
¿Estaré muerto y no me he dado cuenta? Dios, si estás ahí, y sé que lo estás... ilumíname, dime qué ocurre, dame una señal, algún recuerdo que me haga sentir, que me haga comprender qué está sucediendo.
¡Vaya!, al menos tengo paz, ese caro regalo que siempre pedí y por fin tengo. ¡La siento y la disfruto!, es como estar flotando en el espacio, es como soñar despierto...
¡Vaya!, es demasiado perfecto para ser verdad. Me agrada estar así, ¡gracias Dios!, gracias infinitas.
Mis ojos se cerraron y continúe ahí, lleno de paz y… con una etiqueta en el dedo del pie.






