Por Francisca Feliciana García Martínez*

Abordamos en las siguientes líneas una descripción del día de los Xita Corpus, he tomado en cuenta para esta descripción la historia oral de los habitantes de nuestro municipio, de sus protagonistas, y los principales estudios realizados desde las humanidades y la cultura sobre los Xitas.

En los meses de mayo o junio los temascalcinguenses celebramos el Xita Corpus, un ritual lúdico dedicado a la prosperidad agrícola, donde se imbuyen por un lado antiguos ritos y relatos prehispánicos de los mazahuas y otomís en torno a la vida y la fertilidad agrícola y por otro la fe cristiana expresada en la ceremonia del Corpus Christi. Como bien refiere Julio Garduño es un espacio donde convive lo real con lo fantástico y simbólico, donde “los mundos mazahua y otomí se encuentran en el espacio sagrado de los Xitas con las danzas y música de profundas raíces que entrelazan el tiempo y la historia”.

En este punto cabe aclarar que no es posible establecer una fecha precisa sobre el origen de la tradición, lo adecuado es considerar, pues existe un consenso en las investigaciones abordadas en este apartado, que es un ritual de origen prehispánico tan antiguo como el establecimiento de los Mazahua y Otomís en esta región durante el posclásico temprano, alrededor del año 1200 d.C. considerando que esta tradición tiene raíces milenarias como el culto a Tlaloc del que se tienen registros arqueológicos desde el 600-400 a.C.

En este sentido un estudio de Fernanda Ruiz afirma que los Viejos de Corpus recuperan con su representación una historia sagrada que se relata y se reinventa cada vez, el mito de los Xitas Corpus de procedencia prehispánica se resignifica y actualiza constantemente, transmitiendo este relato en el imaginario de nuevas generaciones.

Ruiz también refiere que la festividad del Jueves de Corpus en Temascalcingo tiene su origen en la rica mezcla entre mitos y ritos prehispánicos, como el culto al sol, la lluvia, la tierra y la muerte, con las celebraciones tradicionales de la iglesia como por ejemplo el Corpus Christi. Pues los frailes identificaron que conservando los elementos que motivaban el rito, en este caso la prosperidad agrícola, podían empalmar la creencia con los nuevos símbolos católicos. 

Abordando ahora la composición demográfica de la tradición en el Xita Corpus participan los barrios de la cabecera municipal de: Maró, Bonshó, Puruahua, el Calvario, La Corona, Xelle, y el puente Andaró; y también participan las comunidades de: San Pedro El Alto, San Francisco Solís, la Magdalena, La Cruz Blanca, Ahuacatitlán, La Cuadrilla, La Huerta y Calderas todas ellas con los Santos e Imágenes de sus capillas en las ceremonias y procesión de Corpus Christi.

En las Vísperas del Jueves de Corpus, en la fecha que indica el calendario Galván, en las capillas de cada comunidad y barrio se reúnen el grupo de los Xitas, ancianos, jóvenes y niños ataviados de trajes compuestos de fibras de maguey, usualmente reciclando costales usados en la cosecha del maíz, con máscaras de tronco de maguey o de colorín, simulan a un anciano de barba descuidada y larga, ojeras pronunciadas y rasgos marcados de una vejez producida en el campo,  sobre la cabeza portan sombreros rústicos de irregulares formas generalmente hechos de ramas de sauce y cartón; se porta en la espalda un huacal, o caja de madera, con objetos de la vida cotidiana del campo, estos últimos relacionados íntimamente con el maíz, adhieren al conjunto de sus atavíos latas y objetos ruidosos, portan también en las manos un bastón o un laso. Las máscaras y el atuendo son únicos al reflejar características de la personalidad propia del participante quien durante semanas confecciona manualmente su vestuario.

Durante el miércoles previo al Corpus Christi en el interior del templo comienzan las danzas con música de violín y tambora interpretando danzas típicas, se realizan diálogos entre un danzante que conversa en torno a su lugar de origen y recuerda pasajes de la antigua historia mazahua y otomí.

Ya avanzada la noche el grupo de Xitas sale al atrio del templo para realizar bailes en medio de gritos, y lamentos, se torean enfrentando un pequeño torito, hecho de madera y piel de becerro, que carga un hombre de la comunidad sobre sus hombros, algunos llevan en sus manos animales disecados o recién sacrificados: zorras, tlacuaches, ardillas, culebras, aves, etc., durante esta ceremonia acuden vecinos de la comunidad, también los cargueros, mayordomos y fiscales que forman parte de la organización religiosa de la comunidad, quienes hacen los nichos de las imágenes religiosas que participan, las cuales van adornados con flores, panes, frutas y plantas de maíz tierno.

Cabe resaltar que las plantas rituales usadas durante la ceremonia constituyen un simbolismo como afirma Tania Zaldívar, estudiosa de esta tradición y vecina del municipio, que propone lo siguiente: “La tríada formada por el maguey, el maíz y el pirul nos permite entrever la forma de vida, el pensar y el quehacer cotidiano en donde, por un lado, tenemos al maguey en su calidad de casa, vestido y sustento a la vez que influye en la parte social y ritual donde están vertidas las emociones del pueblo.

Por otro lado, el maíz que en su forma concreta es el alimento del pueblo, es en su parte subjetiva el símbolo de la esperanza y de la promesa de vida. El pirul como elemento espiritual es el encargado de sanar el cuerpo al tiempo que mantiene alejados a los malos espíritus del alma y da tranquilidad a la comunidad. Estas plantas cumplen funciones específicas y tienen su grado de injerencia en los distintos ámbitos de la sociedad, en donde encontramos claramente delineados el físico, el emocional y el espiritual.”

Horas después los Xitas rompen el alba, durante el Jueves de Corpus Christi, con los sonidos de cohetes y campanas de la capilla del pueblo, donde da comienzo la procesión para después recorrer guiados por los viejos, al ritmo de tambora y violín, encabezan al contingente religioso compuesto por personas de su comunidad quienes llevan a los santos y estandartes del pueblo, durante el recorrido la danza se compone de pasos al compás de la tambora quedando a la voluntad entera del participante su ejecución, saltos y gritos acompañan su baile; el contingente de viejos es guiado por un viejo y vieja mayor el primero de ellos también llamado Xita Tapale o Mero Xita quienes consideran al grupo entero sus hijos; el torito, ya mencionado, portando una mata de maíz en la boca, controla el orden de los danzantes quienes lo retan y confrontan al torearlo, al final del recorrido el toro será vencido con la muerte y resucitación del viejo mayor.

A su vez los mayordomos portan palanganas con una cera y flores, símbolo de mando, poder y respeto; se esparce copal y suenan una pequeña campana, se van entonando cantos y echan cohetes que truenan en el cielo, que junto a los Xitas en su recorrido emiten gritos acompañado de música de tambora y de violín y van danzando en su recorrido de varios kilómetros hasta llegar a la cabecera municipal, donde la imagen religiosa descansará en la parroquia donde se conglomeran los pueblos y barrios participantes.

El grupo de Xitas está compuesta entre 20 a 50 personas, se reúnen en la plaza principal de Temascalcingo y van de puesto en puesto bailando jarabes y se les da fruta, comida, bebida, que colocan en una canasta, y en medio de gritos, los acompaña la música de tambora y violín, la gente que observa les dice “Pidan agua para el maicito”, durante varias horas bailan y hacen pequeñas travesuras, y así recorren comercios y calles.

A la 1 de la tarde se inicia una procesión religiosa que sale del templo, con todas las imágenes religiosas de los barrios y pueblos, los nichos con las imágenes adornadas con flores, frutas, panes y plantas de maíz, se esparce copal, se lanzan cohetes, y los mayordomos y cargueros portan sus boximos, palanganas con flores y el bastón de mando, la procesión la encabeza el párroco; participan un nutrido grupo de niños y niñas con trajes típicos, en la parte final de la procesión van los Viejos de Corpus o Xitas, después de haber hecho el recorrido, los  grupos de Xitas se reúnen en el atrio de la iglesia , con los mayordomos, fiscales  y familiares, para comer se sientan en el suelo y reciben su plato con algún guiso típico de la región acompañado de salsa y tortillas, se bebe pulque, y antiguamente se bebía tepache y senchye choo, de cebada y germinado de maíz.

Terminada la comida se sigue danzando por las calles, invocando la lluvia. Los Xitas, con sus máscaras muestran su verdadero rostro, su realidad interna, liberan de su cuerpo y espíritu la energía del ser usualmente, cae la lluvia en medio de invocaciones humanas, de cantos de ranas y grillos, de animales que se mueven y danzan en el paisaje vegetal que se renueva al rito milenario de la existencia en armonía con la naturaleza y el universo. 

A decir de Zaldívar: “La armonía que guardan los mazahuas y otomíes con la naturaleza está representada en esta danza donde además podemos ver la conexión existente entre los ancestros y las fuerzas de la naturaleza que, a manera de lluvia, permite la existencia del ciclo muerte-vida, presente de manera recurrente en las temporadas verde y seca. Con esta concepción ha marchado durante generaciones el pueblo otopame”.

Es en este sentido que esta tradición se ha definido como patrimonio biocultural, es decir, la asociación entre la diversidad biológica y la diversidad cultural, que se entrelazan en un territorio determinado y que son compartidos por un largo periodo por pueblos indígenas actuales y preexistentes de Temascalcingo.

Ya de tarde regresan los grupos de Xitas a sus comunidades, van acompañando a sus santos y los mayordomos, músicos y rezanderos elevando sus cantos a la vez que avivan las brasas de los copaleros para producir oloroso humo ceremonial y llegan a sus templos y son recibidos con repiques de campanas, en tanto los viejitos danzan en el atrio de la iglesia, las imágenes vuelven a ocupar sus sagrados sitios. Es en este momento cuando los Xitas, escenifican la muerte del Viejo Mayor, las campanas tocan a duelo y los demás viejos lanzan lastimeros lloridos mientras en simulacro lo llevan a enterrar, y de repente resurge provocando gritos de alegría y las campanas repican jubilosas.

Continúa la música y la danza, se celebran las últimas oraciones y cantos para despedirse; ha entrado la noche, los del Barrio de El Puente realizan el ritual en el oratorio que se ubica en las márgenes del rio Ndareje (Río Lerma). Regresan a sus casas liberados, han dejado la tristeza, rencores, miedo, han invocado la lluvia, ha llovido, con esta ceremonia se renueva la fe y se fortalece el espíritu del Pueblo.

Fuentes consultadas:

° Palabras de Julio Garduño Cervantes poeta mazahua.

° Garduño Cervantes, Julio, Monografía municipal de Temascalcingo, 1999, p. 153.

° Oliver, Guilhem, “Tláloc, el antiguo dios de la lluvia y de la Tierra en el centro de México”, 2009, pp. 40-43.

° Ruíz, Mónica Fernanda, El camino de los Xitas: del río grande a la lluvia prometida, 2010, pp. 7 y 34. Ibídem, 12 y 31.

° Zaldívar, Yenni Tania, Las Plantas Sagradas del Xita, 2014, p. 303.

° Garduño Cervantes, Julio, Monografía…, 1999, p. 155.

° Zaldívar, Yenni Tania, Las Plantas Sagradas del Xita, 2014, pp. 303 y 304.

° Vásquez González, Alicia Y., et.al., “La fiesta xita: patrimonio biocultural mazahua de San Pedro el Alto, México”, 2016, pp. 206-207.

*Cronista Municipal de Temascalcingo. Socio activo de la AMECROM.A.C. y de la ANACCIM.A.C.

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Fotografías ilustrativas Archivo Revista d’interés

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