Por Héctor González González
Cada día sorprende más que no existe la “Responsabilidad individual” en la sociedad nuestra, basta observar lo que pasa diariamente para darnos cuenta de que todos carecemos de ella hasta en su forma más elemental. Así fácilmente nos pasamos el semáforo en rojo, tiramos basura en la calle, no respetamos a nadie y habría la necesidad de que anduviese un policía detrás de cada uno de nosotros para que cumplamos con lo que nos corresponde como ciudadanos. El desconocimiento y la indiferencia con que se maneja la responsabilidad es una de las causas importantes que convierten en un caos la vida de los pueblos.
Desde los primeros años de vida escuchamos en todos los tonos que la única manera de alcanza el éxito es siendo responsables en el matrimonio, en la familia, en el trabajo, en la escuela y en nuestra vida personal.
¿Por qué parece tan difícil ser una persona responsable? ¿Acaso la responsabilidad individual es un mito? ¿Se nace con responsabilidad o se adquiere a través de la vida?
La responsabilidad individual es una de las experiencias más hermosas que puede vivir un ser humano. Cada individuo, construye el camino por el que recorre su vida, pero, sin darse cuenta él mismo le pone piedras y tropieza con ellas y se convierte en su propio verdugo.
No somos felices por lograr únicamente la realización profesional o tener un buen sueldo o una casa bonita. Somo felices en la medida que los elementos que conforman nuestra existencia están en armonía. Somos los arquitectos de nuestros sueños. La solución a nuestros problemas está única y exclusivamente en nuestras manos y, a medida que nos alejamos de este hecho básico, cada día nuestra vida se torna difícil y complicada. Si lo que somos o queremos ser, está supeditado a nosotros, si nuestra realización y nuestra felicidad están cimentadas y soportadas por nosotros, si nuestros fracasos, en gran parte, dependen de nosotros, las preguntas serán:
¿Cuál es la razón de tanto dolor y tanta inconformidad? ¿Por qué tanta simulación en nuestro andar? ¿Tiene que ver algo la responsabilidad individual con ello? ¿Por qué vemos con tristeza cómo cada día nuestros seres queridos pierden la alegría y el entusiasmo por vivir? ¿Por qué cada día las grandes ocasiones se recuerdan con más nostalgia? ¿Por qué según transcurre el tiempo la vida para muchos se complica y pierde sentido’ ¿Por qué cada día tenemos menos motivos para sonreír? ¿Por qué buscamos asilo, en las mentiras?
El entorno en que viven o trabajan infinidad de personas se ha convertido en una hoja de acero muy afilada que cada día desgasta más y más el entusiasmo por el trabajo y por la vida, se genera estrés y todo tipo de malestares. Equivocadamente, como remedio a los males, se recurre al alcohol, a las drogas, medicamentos, sedantes y antidepresivos, que hoy forman parte de la vida, no solo en los adultos, sino en los niños y jóvenes.
¿Por qué cada día hay más divorcios? ¿Por qué a tanta gente se le está amargando el carácter ¿Por qué la familia está cada vez más desunida? ¿Por qué discutimos por temas irrelevantes? ¿Por qué maestros y padres tiene tantos problemas con los muchachos y cada vez hay más agresión entre ellos?
Pienso que mucho tiene que ver nuestra responsabilidad individual en la vida y que no es una tarea fácil lograrla, que no es algo que se aprende sin ningún esfuerzo. Resulta más cómodo culpar a los demás que provocar un cambio en ellos o en nosotros mismos. Si hay una tarea difícil de lograr es, por un lado, aprender a no culpar a los demás de nuestras propias fallas y, por otro, ayudar a que los otros corrijan sus defectos. La vida nos impone muchos retos, entre los que destaca el aprender a enfrentarnos con la verdad.
¡Cuánta soledad entraña reconocer las consecuencias de nuestros actos, más aún, cuando estos san provocado algún daño! En la medida que somos indiferentes a la responsabilidad individual, atribuimos a los demás las faltas que nosotros cometemos. Luchamos por desconocer y negar nuestros defectos. Cada día que transcurre, la sociedad está más alejada de la verdad; nuestra sociedad es más superficial y los aspectos más transcendentes de la vida se van perdiendo. Hoy lo importante, es quedar bien con los demás y disfrazar la realidad; lo importante es: contar los mejores chistes, tener el mejor automóvil, tener a la mano el tema de actualidad, la noticia fresca o el comentario de interés, para quedar bien, para impactar. Lo importante es simular ante los demás que todo marcha bien y que somos exitosos.
Basta observar lo que pasa para darnos cuenta de la falta de responsabilidad individual. El desconocimiento y la indiferencia con que se manejan estas dos palabras, es una de las causas de lo mal del entorno social. A nadie le importa el atropello a los demás, el incumplimiento a las leyes, a los deberes y sólo nos acordamos de los derechos que tenemos. Carecemos de autoridad moral y sólo reclamamos tener el mando sobre los demás porque es más fácil ordenar a otros que lo hagan, a que nosotros seamos los responsables.
Extracto del libro “A mi Manera” del profesor Héctor González González.





