Por Lic. en Psicología Jazmín I. Terán Cordero

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT 2016-2017), indican que el consumo de inhalables en adolescentes de 12 a 17 años fue del 1.3% en el último año, con una ligera prevalencia en mujeres (5.8% alguna vez en la vida frente a 5.9% en hombres).

Desde 2011, los inhalables han mantenido relevancia, especialmente entre mujeres jóvenes, pero no hay evidencia de que sigan siendo la tercera droga de mayor incremento en 2025, ya que marihuana (5.3%) y cocaína (1.1%) muestran mayor prevalencia en datos históricos.

Ante ello, el Instituto Mexiquense contra las Adicciones implementó la Campaña Permanente Contra el Uso de Inhalables. Los inhalables  son sustancias químicas tóxicas que se transforman fácilmente en vapor o gas cuando se exponen al aire.  Como su nombre lo indica, se inhalan por la nariz y/o boca, alterando las funciones del cerebro, causando graves daños en el organismo. Incluso, pueden provocar una muerte instantánea.

La campaña contra el uso de inhalables se conmemoró en el Día Internacional de la Mujer, ya que de acuerdo a diferentes estadísticas e investigaciones se ha observado que las mujeres no sólo han incrementado el consumo de sustancias, sino que también son víctimas de violencia o estigmas sociales asociados al consumo de sustancias psicoactivas.

De acuerdo a la ENA, el  29% de las mujeres que habitan en zonas urbanas del país han sufrido violencia física por parte de su pareja; en un 60% de los casos el alcohol estuvo involucrado. También se puede observar que las causas más comunes de defunción, bajo la influencia de alguna droga, fueron ocasionadas por arma de fuego (33.3%), accidentes de tránsito (17.2%) y asfixia (10.2%)

Lo anterior nos indica que como sociedad debemos prestar mayor atención a las mujeres, debido a que son vulnerables a diferentes situaciones. A manera de ejemplo, debemos reconocer que las mujeres tienen mayor prevalencia en trastornos mentales y factores de riesgo, así  como tener un nivel económico bajo, todo ello desarrollado en un contexto de violencia, desigualdad que influye en las experiencias de salud.

Aunado a esto, son las mujeres quienes acuden con menor frecuencia a buscar ayuda profesional para superar una adicción, ya que la mayor demanda de tratamientos es por parte de los hombres con 77.2% de los casos. Quienes acudieron principalmente, fueron jóvenes de 15 a 19 años de edad (31.9%), los cuales, en su gran mayoría, fueron acompañados y motivados a continuar con su tratamiento por mujeres.

Además, en comparación con los hombres que  acuden  de forma oportuna, muchas veces las mujeres no solicitan ayuda. Esto sucede no porque no la deseen, sino a consecuencia de los prejuicios que muchas veces enfrentan, tales  como: “¡Qué mal se ve una mujer fumando!, “ahora las mujeres ya beben más que los hombres”, “ahora quieren igualdad hasta cuando toman alcohol”, “¡Qué ejemplo le da a sus hijos bebiendo frente a ellos”, “¡va a destruir su familia!”, “¡no tengo tiempo para mí!”, si digo que consumo drogas me van a quitar a mis hijos”, entre muchos otros.

Lo anterior propicia que las mujeres tengan miedo y no soliciten ayuda; así que cuando hablamos de adicciones debemos pensar en la mujeres, ya que es un sector  igualmente vulnerable dentro de esta problemática, en la cual todos como sociedad debemos realizar acciones que prevengan y fortalezcan los estilos de vidas saludables.

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