Por Jacobo Gregorio Ruiz Mondragón*

La artesanía más que un oficio, es un segmento del arte, y éste, es la expresión del alma que desea ser liberada, y al hacerlo, constituye un medio de transmisión de la identidad y la memoria de los pueblos, es una herramienta que conecta el pasado con el presente, vinculando la tradición, lo simbólico y lo utilitario.
Ser un artesano es crear arte en complicidad con los sentidos, materializar la cultura heredada por los ancestros para producir objetos únicos y singulares, que, en sentido figurado, guardan las huellas de quien los hizo y de la comunidad a la que pertenece.
En la línea del tiempo, la gente gusta de coleccionar recuerdos y objetos, más cuando están ligados al color, la alegría, a lo abstracto, pero a la vez simple y natural, porque eso los liga con alguna historia, un lugar, una persona o una pieza de su identidad.
El saber artesanal encuentra su fundamento, esencialmente, en cuatro elementos: el primero, reflexionar sobre la forma e idea que se desea plasmar a través de un objeto; el segundo, la definición del material y técnica a aplicar; el tercero, conocimientos y habilidades trasmitidos por los padres y los abuelos; el cuarto y quizá más complejo, darle un significado final.
Se dice que por la obra se conoce al artesano, de ahí que la repetición constante de su creación, le conceda ese toque magistral. La sustancia de la praxis puede cambiar, incluso metamorfosearse, pero su éxito radicará en la aplicación de su experiencia y la pasión por lo que se hace, digamos en la «magia» que se imprime a cada artesanía realizada.
El diecinueve de marzo se conmemora el Día Internacional del Artesano, en razón de la muerte de San José, «padre» de Jesucristo, quien era de oficio carpintero. Concatenado a ello, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura «UNESCO», determinó que las artesanías constituyen la manifestación más tangible del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. 
Mujeres, hombres, e incluso aquellos de pequeños pasos, son protagonistas de este oficio, quienes, con sus manos y el apoyo de herramientas, transforman madera, cobre, barro, cuero, roca, hierro, cerámica, estaño y fibras vegetales, dándole vida a la materia. Es como decía, Lous Nizer: «el que trabaja con las manos, es un trabajador manual, el que lo hace con sus manos y su cabeza es un artesano, pero el que trabaja con manos, cabeza y corazón es un artista».
Al amparo de la expresión que dice: «no hay arte sin artesanías», sirvan estas líneas como testimonio de reconocimiento a todos y cada uno de los artistas del municipio, de la región y la geografía estatal, que en su día a día, continúan laborando en aquello que les apasiona, bajo la máxima que dice: «hecho a mano significa hecho con el corazón».
De ahí que, a manera de sugerencia y reconocimiento a tan magna actividad, además de las necesarias ferias artesanales, podría implementarse el obsequiar una artesanía junto al reconocimiento escrito que comúnmente se entrega en eventos culturales, deportivos o análogos, por ejemplo, la figura del topónimo del municipio de que se trate.
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