Por Ana Karen Flores*

Las personas trabajadoras del hogar representan uno de los sectores laborales más precarizados en México. Históricamente, esta labor ha sido desvalorizada, invisibilizada y relegada a las mujeres, lo que ha perpetuado la desigualdad de género y ha permitido la violación sistemática de sus derechos humanos y laborales. A través de un análisis jurídico, social y cultural, este artículo explora cómo las políticas públicas, el marco legal y los movimientos sociales han impactado en la protección de las trabajadoras del hogar en México, destacando los avances y los desafíos pendientes.
El contexto histórico y social del trabajo del hogar en México
El trabajo del hogar en México ha estado profundamente influenciado por factores coloniales y patriarcales. Desde la época colonial, las labores domésticas se asignaron principalmente a mujeres indígenas y afrodescendientes, consolidando así una dinámica de discriminación estructural que ha persistido hasta la actualidad.
Este contexto ha propiciado que el trabajo del hogar sea visto como una extensión de las "obligaciones femeninas", restándole valor económico y social. Como resultado, muchas trabajadoras del hogar enfrentan salarios bajos, jornadas laborales extensas, falta de seguridad social y, en muchos casos, violencia y acoso en sus espacios de trabajo.
Marco legal: avances y desafíos
El reconocimiento de los derechos de las trabajadoras del hogar ha avanzado significativamente en los últimos años, gracias a la lucha de colectivos feministas, activistas y figuras clave como Marcelina Bautista, fundadora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH). Algunos hitos importantes incluyen:
  1. Ratificación del Convenio 189 de la OIT: En 2019, México ratificó este instrumento internacional, que garantiza condiciones laborales dignas para las personas trabajadoras del hogar.
  2. Reformas a la Ley Federal del Trabajo (LFT): Estas modificaciones establecieron que las trabajadoras del hogar deben tener acceso a la seguridad social, jornadas laborales reguladas y contratos por escrito.
  3. Sentencias relevantes: La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha emitido resoluciones históricas que reconocen la discriminación estructural que enfrentan estas trabajadoras, reforzando la necesidad de políticas públicas inclusivas.
A pesar de estos avances, la implementación sigue siendo un reto. La informalidad laboral persiste, y muchas trabajadoras siguen sin acceso a derechos básicos.
La perspectiva de género como eje central
La feminización del trabajo del hogar es clave para comprender la discriminación que enfrentan estas trabajadoras. La mayoría son mujeres (muchas de ellas indígenas o migrantes), lo que las coloca en una posición de vulnerabilidad múltiple. Esta situación se agrava por la falta de reconocimiento social de su labor y la persistencia de estereotipos que desvalorizan sus aportes económicos y sociales.
La intersección entre género, clase social y origen étnico revela cómo el trabajo del hogar ha sido históricamente excluido del ámbito laboral formal. Esta marginalización ha permitido que se normalicen abusos como la falta de pago de horas extras, el acoso sexual e incluso la trata de personas bajo la apariencia de "servicio doméstico".
El rol de los movimientos sociales
Organizaciones como el CACEH y el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (SINACTRAHO) han sido fundamentales para visibilizar las demandas del sector. Estas organizaciones han impulsado campañas de concientización, talleres de capacitación y asesoría legal para empoderar a las trabajadoras del hogar.
Además, las redes feministas han jugado un papel crucial en conectar esta lucha con el movimiento por los derechos de las mujeres, enfatizando que el reconocimiento del trabajo del hogar es clave para alcanzar la equidad de género.
Desafíos culturales en la valoración del trabajo del hogar
A pesar de los avances jurídicos, el estigma social hacia el trabajo del hogar persiste. La idea de que estas labores son "naturales" para las mujeres, especialmente en sectores vulnerables, dificulta la adopción de medidas justas y efectivas para garantizar sus derechos. La transformación cultural es crucial para reconocer el valor social y económico del trabajo del hogar, destacando que es una labor profesional que merece condiciones laborales dignas.
Experiencias internacionales y aprendizajes para México
Países como Uruguay y Sudáfrica han implementado políticas exitosas que México puede adoptar. En Uruguay, por ejemplo, la sindicalización del sector permitió que se lograra una mejora sustancial en las condiciones laborales. Sudáfrica, por su parte, integró medidas específicas para proteger a las trabajadoras migrantes que suelen ser víctimas de explotación.
México puede aprender de estos modelos, reforzando la implementación del Convenio 189 de la OIT y fomentando una cultura laboral que reconozca el valor del trabajo del hogar.
Políticas públicas y recomendaciones
Para garantizar la protección efectiva de las personas trabajadoras del hogar en México, es indispensable implementar acciones concretas como:
  • Fortalecer las campañas de concientización dirigidas tanto a empleadores como a las propias trabajadoras para fomentar el respeto a sus derechos laborales.
  • Asegurar que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) implemente un esquema accesible y eficaz para que las trabajadoras del hogar puedan incorporarse al sistema de seguridad social.
  • Promover la firma de contratos escritos que establezcan condiciones laborales claras y justas.
  • Incluir la perspectiva de género en todas las políticas relacionadas con el trabajo del hogar, reconociendo las desigualdades estructurales que afectan a estas trabajadoras.
  • Crear programas educativos que promuevan la igualdad de género y sensibilicen a la sociedad sobre la importancia del trabajo del hogar.
  • Fomentar la eliminación de la violencia contra las personas trabajadoras del hogar remuneradas garantizando el ejercicio libre del derecho al trabajo en un ambiente libre de violencia.
El reconocimiento y protección de los derechos de las personas trabajadoras del hogar es una deuda histórica que México ha comenzado a saldar. Sin embargo, la implementación de las reformas y la transformación cultural en torno a este trabajo siguen siendo retos importantes. Adoptar una perspectiva de género en la legislación, las políticas públicas y la vida cotidiana es esencial para garantizar la dignidad y el bienestar de estas trabajadoras, cuyo aporte es invaluable para el desarrollo social y económico del país. El trabajo del hogar remunerado también contribuye a la economía y sobre todo debe dejar de ser considerado una tarea exclusiva de las mujeres.
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