Por De la Redacción
Durante el 2020, el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), dio a conocer datos que ilustraban cómo somos y de qué modo nos percibimos quienes habitamos en Atlacomulco; municipio que, en ese momento, contaba con 109 mil 384 habitantes.

Tal número de gente exige espacio, empleo, un modo de vida y, sobre todo, ingresos que le permitan mantenerse tanto a nivel personal, como en el suministro de bienes y servicios para su familia.
El espacio donde confluye la gran mayoría de atlacomulquenses, así como vecinos de municipios en la región, es la cabecera municipal. Los bancos, las escuelas, los servicios o los comercios son la explicación a ello, de modo que, por más que se pretenda reglamentarlo, siempre habrá un cúmulo de gente en nuestras calles.
Veamos algunas cifras que, de algún modo, habrán de indicarnos por qué vivimos como lo hacemos en la actualidad.
Siempre acorde a lo expuesto por el INEGI, al menos 10 mil 421 personas en Atlacomulco tienen como máximo grado de estudios los 6 primeros años de primaria. Dato que, obviamente, indica un pobre desarrollo escolar.
Posteriormente, el INEGI señala que 19 mil 843 atlacomulquenses sólo cuentan con la educación secundaria concluida. De esta cifra, más de la mitad son mujeres, hecho que es un claro indicio de la falta de equidad educativa hacia este sector de la población.
Si sumamos ambas cifras, el resultado es que, al menos, 30 mil personas en Atlacomulco carecen de las herramientas pedagógicas necesarias para desarrollarse en puestos de trabajo de tipo profesional. Probablemente estemos hablando que esto representa un 40% de la población económicamente activa del municipio.
¿Cuál es su principal salida?
Como casi siempre, el comercio informal.
Con un mercado laboral donde las oportunidades son escasas, en el que no hubo mayor crecimiento en los últimos años debido al deficiente manejo del gobierno federal, donde los sueldos no son competitivos –muchas veces, insultantemente mal pagados-, y donde la pandemia de COVID-19 generó el cierre de múltiples comercios, que a la fecha nunca se pudieron recuperar, el escenario está puesto para que hoy, en Atlacomulco, vivamos una crisis en las calles.
Quizá el ciudadano común no lo perciba, y si lo hace no le presta mayor atención, pero de un tiempo acá, en la avenida Isidro Fabela se ha duplicado el número de ambulantes sobre banquetas, esquinas y plazas públicas. La mayor concentración se da en las inmediaciones de la terminal de autobuses y en el Jardín “Hidalgo”.
A estos lugares, aunque en menor medida, por supuesto que deben sumarse el jardín “Hermilo Monroy”, la parte trasera del mercado municipal “Miguel de la Madrid”, la calle Av. del Trabajo, calle Av. Del Taller, Manuel del Mazo oriente, Alfredo del Mazo oriente, Enrique Valencia y Gregorio Montiel.
¿Lo han notado? En su mayoría, quienes se instalan como comerciantes informales en las calles de la cabecera municipal de Atlacomulco, son mujeres. La razón es simple. La informalidad les permite manejar horarios flexibles, conseguir ingresos que en un empleo “normal” no podrían tener y, además, les permite atender a su familia.
Esto, por supuesto, no es una apología al comercio ambulante. No es que “esté bien”, simplemente se señalan las ventajas que tiene para aquellos y aquellas que han decidido tomarlo como ruta de vida.
El problema se agudiza con el uso de los cajones de parquímetros en las vialidades. Ahora, el ambulantaje ya no sólo se practica en mesas, sillas o huacales; sino que también los automóviles se convirtieron en expendios, donde lo mismo se ofrecen verduras y pan, que ropa o tenis; ocupando un mismo espacio todo el día y, con el añadido, de que nadie les reclama por impedir que otros conductores puedan utilizarlo, so pena de llevarse una agresión verbal o física. Esto sin contar que las banquetas se han convertido en una extensión de los comercios.
La herencia que nos entrega el Ayuntamiento 2022-2024 y anteriores, porque en este rubro ninguna administración se salva, todas han sido omisas, al menos en su vertiente económica, es reprobable. Tremendamente fallida. A los ex titulares, nos lo vendieron como una suerte de iluminados, con experiencia de sobra y con los suficientes conocimientos para dejar en ridículo lo que habían hecho las administraciones que los antecedieron; ya se sabe, se van los malos, entran los buenos.
Nadie sabe a dónde se fueron sus “brillantes ideas”, una vez que estuvieron al frente de esta responsabilidad.
Este no es un texto de condena simple y pura contra el ambulantaje. Se subraya que esta actividad es una salida para la crisis económica que se vive. Tampoco se está pidiendo una liberación de banquetas y vialidades sólo porque sí.
Lo que se pide – por lo cual cobraron y muy bien, los anteriores titulares de Desarrollo Económico, y ahora lo hará Malinalli Aramburu Hernández-, es una estructuración, regulación y organización del comercio. No, no se trata de ser “cuate” y “buena onda”. Tampoco se puede echar mano de la excusa “es que son pobres y así les ayudamos”.
Emitir esa clase de justificaciones, solo desnuda el profundo fallo en la política municipal económica. Es un indicio –claro e indignante- de que los titulares de Desarrollo Económico no estuvieron a la altura, ni lo estaría la actual.
Por último este reordenamiento al comercio informal, debe ir acompañado también, de la liberación de las vías públicas, que son apartadas, también de forma anárquica por los comerciantes, al usar todo tipo de objetos para obstruir el libre tránsito y estacionamiento frente a sus comercios, no está de más subrayar que su negocio es de la pared hacia dentro, no de adentro y hasta donde el comerciante quiera; las áreas de Gobernación, Movilidad y Parquímetros, deben asumir la parte de responsabilidad que les corresponde como entes reguladores y supervisores del cumplimiento del Bando Municipal.
Veremos si esta administración marca diferencia o deciden “nadar de muertito”, como lo hicieron sus antecesores.






