Por Ana Karen Flores*

El 20 de enero fue un lunes normal, para ser exactos el 76 de enero, ja, ja, ja. ¡Mal chiste! Lo sé. Un lunes que pareciera frío o un día más del año que comienza; entre los cambios políticos, sociales, económicos, las múltiples reformas legislativas y noticias que escuchamos a diario pareciera que todo permanece igual. Pero, ¿Has escuchado sobre el Blue Monday?

Blue Monday tiene dos contextos: el primero se debe a la canción de la banda de new wave New Order. Fue publicada o lanzada el día 7 de marzo de 1983. El segundo contexto se debe a la campaña publicitaria de Cliff Arnall, profesor de la Universidad de Cardiff mediante el cálculo de este día a través de una fórmula donde combinaba las fiestas decembrinas, el invierno y también los sentimientos relacionados con los propósitos fallidos, dando origen al Blue Monday.

Pero, ¿Realmente hay un Blue Monday o un Lunes Triste? La respuesta es que no, si bien los factores mencionados como el clima o las fiestas decembrinas contribuyen a esta sensación en adición a la cuesta de enero parece que todo es triste pero no. La tristeza forma parte de las emociones y la nostalgia, recuerdos, diversos procesos personales a lo largo del año ya sean cambios de trabajo, pérdidas, alegrías o cosas espontáneas ayudan en la creencia de la idea.

Si bien, el 13 de enero fue el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión donde se busca concientizar a la población sobre la depresión y la búsqueda de ayuda profesional, la llegada de un Lunes Triste solo refleja el impacto de la mercadotecnia y la música. Pero no, los lunes tristes no existen, lo que no se ve son las fallas en el sistema.

Hablar de depresión es un tema sensible, complejo y sobre todo con responsabilidad (ojo: no soy especialista y este artículo solamente es informativo por lo que, si requieres ayuda profesional, no olvides acercarte al área de psicología). En este caso retomaré una definición para establecer el punto argumentativo: La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la depresión como: “un estado de ánimo deprimido o la pérdida del placer o el interés por actividades durante largos períodos de tiempo”.

De ahí la importancia de acudir con los profesionales de la salud en caso de presentar dificultades para concentrarse, sentimientos de culpa excesiva o de baja autoestima, falta de esperanza acerca del futuro, pensamientos de muerte o suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o el peso, sensación de cansancio o falta de energía. (Retomado de la página de la OMS).

Hablar de la salud mental siempre trae consigo una serie de dudas porque las diversas generaciones no saben acercarse o más bien no se cuentan con las herramientas, mecanismos o palabras adecuadas para escuchar a seres queridos que pasan por situaciones así. La frase: Con un varazo te componías” se justificaba el hecho de que las emociones necesitaban de una sacudida y con eso la persona lograra reponerse adecuadamente pero no, algo que se aprende es que “la razón no entiende de los motivos del corazón” y sí, las emociones se deben de vivir no analizar, suprimir u ocultar.

Pero, las circunstancias actuales y las nuevas formas de vida también afectan la salud mental. No solo consiste en reconocer los principales síntomas o casos de alarma, también influyen los factores de acceso a la atención médica y de salud mental, el trabajo o ritmo de vida donde cada vez nos encontramos ante estímulos digitales, la falta de oportunidades labores, la normalización de la violencia o la era del consumo, en el caso de las mujeres, personas indígenas y personas LGBTTIQA+ la constante aparición de la violencia estructural o la perpetuación de las desigualdades.

La salud mental, aunque cada vez más visibilizada pero internamente, continua oculta entre las familias o las personas justo por el qué dirán, además de que se nos ha enseñado a ocultar las cosas por la fortaleza, pero es necesario considerarla en el equilibrio y balance de la vida plena, sin una salud mental equilibrada lo demás termina debilitándose. Las pausas en la vida son necesarias porque podemos observar los lugares de crecimiento. Pedir ayuda es válido y rodearte de las personas queridas también. Todo apoyo es válido, al igual que es normal sentir miedo, pero todo saldrá bien.

Así que un Blue Monday o una semana azul en realidad refleja la parte de trabajar con las emociones, comprender que la salud mental también consiste en equilibrar la mente con el cuerpo logrando un mayor bienestar, claro; la salud mental puede no ser asequible, pero hay líneas especializadas, organizaciones o asociaciones encaminadas a brindar servicios gratuitos enfocados en la atención de la salud mental.

Las fiestas decembrinas son fechas especiales donde nos permiten convivir con la familia, seres queridos, amistades o pasar un momento de introspección con nosotros mismos, la cuesta de enero es una transición tanto a los precios, valores o cantidades en el mercado, es temporal, aunque suele ser pesada, pero recordemos que enero no dura tanto, y lo que es un lunes triste solo es un espacio para reflexionar, pero lo que se ha avanzado.

Ningún retroceso, avance o logro es malo, al contrario, todo es válido, porque son nuestros pasos personales, cada año aprendemos, lloramos, sentimos, nos alejamos, acercamos y todo eso abre un panorama excepcional a nuestro proyecto de vida. Cada momento o instante es esencial y nos define individualmente. No hay errores o contextos malos, solo anécdotas o aprendizajes.

Este año será de muchos cambios, reacomodo de nuevas perspectivas o panoramas, pero sobre todo de participación, así que un lunes triste, semana o mes triste ayuda a concientizar de la salud mental; analizar los cambios económicos y políticos, solo es cuestión de esperar, observar y analizar. El tiempo, además de las acciones, darán la razón. Sí, casi termina enero, pero el año arrancó y con ello miles de oportunidades.

Así que escucha Blue Monday de New Order.

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