Por Erika Velasco García*
La desesperanza, suele producirse tras un largo proceso con gran sufrimiento en el que nunca se ve que la situación mejore, y después de haber confiado no se ha encontrado solución. Cuando alguien de quien esperábamos ayuda nos falla, como un ser querido o una divinidad, o cuando hemos intentado todo lo que sabemos y aun así no logramos salir de una situación negativa. Aparecen creencias aplastantes como “nunca saldré de esta”, “mi vida no tiene arreglo”, “mi futuro es negro”, o “quiero dejar de existir”.
Para iniciar debemos entender que todos absolutamente todos, tenemos conflictos, ya que de ellos aprendemos, entre más grande sea el conflicto, cuando vengan conflictos pequeños, tal vez ni siquiera lo veamos como conflicto, ya que tendremos las herramientas necesarias para superar las dificultades, cada situación nos hace subir de nivel, claro si tenemos la mente abierta, al aprendizaje, no se pierde, siempre se aprende, en el proceso del conflicto al inicio lo veremos imposible, nos causará daño, con el paso del tiempo nos daremos cuenta del aprendizaje, de nuestro avance, y cómo fuimos capaces de superarlo.
Por otro lado, vivimos en la generación de la queja. Nos quejamos absolutamente de todo, pareciera una moda, esa energía de vivir en la queja nos desgasta, cansa, no está mal estar un día de mal humor, pero que solo sea momentáneo, esa energía aleja a las personas, a nadie le gusta estar cerca de personas que se la viven quejándose, sin embargo, nos atraen las personas alegres, positivas, que siempre le encuentran el lado bueno de la vida, es complicado mantenerte positivo a diario, te invito a que te hagas un autoanálisis, observa cuántas veces al día te quejas, observa tus pensamientos negativos, si sobrepasan la tercera parte de tu día, es necesario buscar ayuda psicológica.
Un estudio reveló que las personas tenemos alrededor de 60,000 pensamientos al día: La mayoría de ellos son automáticos y repetitivos. El 95% son involuntarios. El 80% son negativos. Los pensamientos negativos pueden influir en nuestras decisiones y personalidad, afectando la realidad. Algunos de ellos pueden convertirse en obsesivos y facilitar estados de estrés crónico, intranquilidad y malestar general.
Para regular los pensamientos, se puede practicar, con meditación, grafoterapia para ayudar a regular las emociones. El principal método es la concentración focalizada en el presente, si nos enfocamos en el pasado nos da depresión, y si nos enfocamos en el futuro, nos da ansiedad, entonces, vivamos nuestro presente, vamos a convertirnos en observadores de nuestro entorno, el cielo, las plantas, nuestro hogar, nuestra familia, los niños, en nuestro entorno podemos encontrar razones maravillosas para mantenernos positivos.
Ya descubrimos que vivir en pensamientos negativos nos enferma, y hace sentir molestos. Si ahora nos enfocamos en lo positivo, y reprogramamos nuestro cerebro, viviremos con mayor tranquilidad. Si ya detecté que la mayoría del tiempo tengo pensamientos extremistas, fatalistas, es hora de poner acción, si le repites a tu cerebro una acción, se convertirá en hábito.
Ese hábito hoy lo vamos a iniciar:
Escribe en una hoja blanca, con tinta azul celeste:
Mi letra es positiva, como yo soy.
21 veces, por 21 días.
Esa es la tarea, y te pido que esa acción, sea interna, personal, porque al leer estas líneas, pensaremos en otras personas que queremos cambiar, y te tengo noticias: la única persona a la que puedes cambiar, es a ti. Entonces vamos a enfocar nuestro desarrollo y crecimiento en nosotros mismos, si estamos bien, nuestro entorno estará bien, y podremos ir contagiando nuestra buena vibra a nuestro paso.
Me despido deseando que sean felices, les encargo que observen a su alrededor hay mucho que agradecer y admirar, la naturaleza, las nubes, las estrellas, el espejo. ¿Hace cuánto no pierdes tu mirada en el cosmos?
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