Por Antonio Corral Castañeda*
Don Antonio Huitrón Caballero conocía y platicaba un sinfín de anécdotas y acontecimientos relacionados con la vida cotidiana de las personas de Atlacomulco, como la siguiente historia que, según él, fue un caso auténtico.
Para empezar, sólo diré que esta anécdota está relacionada con dos personajes de Atlacomulco, de quienes mencionaré nada más los nombres: Don Javier y Don Luis. Corrían los años de 1930-1932, cuando fue establecido el “Centro Artístico y Social de Atlacomulco” (CASA), el que organizaba varios eventos deportivos y culturales que tenían relación o involucraban su mismo nombre.

Entre otras, se propuso la brillante idea de construir en la vieja Plazuela de la Unión (o de la Pelota) una cancha para la práctica del básquetbol. Su construcción resultó una excelencia: la cancha, que estaba cubierta de rojo tezontle, lucía en su alrededor verde pasto y estaba resguardada por una red ciclónica. Destacaban sus hermosos tableros de mármol de Carrara, haciendo todo el conjunto un prototipo de funcionalidad y belleza, único en la región.
Llegada la fecha y la hora del evento de inauguración, ambos personajes mencionados se negaban a pronunciar el discurso alusivo. Uno de ellos, el señor presidente municipal, era un individuo muy poco letrado, pero a cambio de ello era simpático, gritón y entusiasta, y el presidente de “CASA” era un hombre muy culto y de una gran voluntad para organizar cualquier evento artístico o cultural.

El presidente municipal, argumentando conocer poco o nada de deportes, como para armar y decir un discurso adecuado para dicho acto, se negaba a hacerlo, pero el presidente de “CASA” le insistió que empezara ya su discurso, sugiriéndole que arengara a la juventud haciéndole ver que ésta es EFÍMERA, y que deberían aprovecharla en el deporte para no caer en las garras del vicio.
Convencido, se colocó frente al atril, aclaró la voz, sacó el pecho y poseído ya de su papel, logró vencer el nerviosismo, diciendo con entusiasmo y clara y firme voz: “Señores muchachos, la juventud es “MAMÍFERA”…”
Al escuchar esta barbaridad, Don Javier le dio un fuerte pellizco en la región de las inyecciones, corrigiéndole en voz baja: “¡EFÍMERA!” A lo que el nervioso orador respondió: “Entonces habla tú”, saliéndose finalmente con la suya…
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Libro ATLACOMULCO SUS FIESTAS, TRADICIONES, COSTUMBRES Y ANÉCDOTAS de Antonio Corral C.
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