Por Gildo Garza*
El Operativo Enjambre aterrizó como un golpe estruendoso, pero detrás de las detenciones y los aplausos oficiales, surge una incómoda verdad: el zumbido que escuchamos no es más que ruido. Este operativo, lejos de simbolizar un cambio estructural, es la enésima manifestación de un sistema que vive de espejismos, que exhibe trofeos mientras oculta el fracaso en su médula.
La detención de María Elena Martínez Robles, alcaldesa de Amanalco, y su papel como subordinada directa de La Nueva Familia Michoacana (LNFM) es, sin duda, escalofriante. Cada tres meses, 1.3 millones de pesos drenados de las arcas municipales llegaban a manos de los hermanos Alfredo y Johnny Hurtado Olascoaga. Cada acuerdo de cabildo, cada obra pública, llevaba una mordida que alimentaba la maquinaria criminal. Pero no nos engañemos: Amanalco no es la excepción, sino la norma. ¿Cuántas alcaldías, con o sin operativo, siguen funcionando como extensiones del crimen organizado? La omisión estatal, crónica y cómplice, ha convertido estas prácticas en rutina.
El verdadero golpe no está en la detención de Martínez Robles; está en el asesinato del síndico Miguel Ángel Lara, presuntamente orquestado por la misma alcaldesa. Este crimen es el punto de inflexión que debería sacudirnos, no por su brutalidad —que ya no sorprende—, sino porque confirma la total captura del poder local. ¿Cómo puede un estado, un país, permanecer indiferente cuando la ejecución de un funcionario es tan simple como una llamada telefónica?
Pero más allá de los escándalos y las cifras, lo que este operativo pone al descubierto es el carácter performativo de nuestra política de seguridad. Detener a una alcaldesa, aplaudir la eficiencia, y luego seguir con la vida pública como si el problema estuviera resuelto, es una narrativa desgastada. El crimen no se combate con golpes simbólicos, sino con una voluntad política que no dependa de los titulares. Y esa voluntad, tristemente, brilla por su ausencia.
Una simulación sostenida en fracturas
El Operativo Enjambre presume coordinación y eficacia, pero ¿qué significa realmente esta victoria? El crimen organizado sigue infiltrado en los municipios, las redes de corrupción siguen operando, y los recursos públicos continúan sirviendo a propósitos privados. No hay señales de un cambio estructural. El operativo, por impactante que parezca, es un parche en una herida profunda que supura desde hace décadas. Los funcionarios arrestados y los nombres que hoy llenan las notas no son más que piezas reemplazables. El crimen organizado tiene la capacidad de regenerarse precisamente porque el sistema político que lo enfrenta opera igual que ellos: con opacidad, intereses ocultos y un oportunismo alarmante.
El problema no es el crimen; es la inercia del poder
No es casualidad que el crimen organizado haya capturado gobiernos municipales como Amanalco. Lo hace porque puede, porque el Estado ha decidido, de manera tácita, que los municipios son el sacrificio menor en un tablero político mucho más amplio. La alcaldía, ese nivel de gobierno donde el ciudadano promedio deposita sus demandas más inmediatas, ha sido abandonada a la intemperie. Y ahí, en ese vacío, florece el crimen. El problema no radica solo en los delincuentes; radica en el diseño mismo de nuestras instituciones. El Estado mexicano, por acción u omisión, creó el entorno perfecto para que el crimen organizado dejara de ser un intruso y se convirtiera en anfitrión.
La verdad que no queremos enfrentar
Claudia Sheinbaum, en sus primeros meses de gobierno, ha apostado fuerte con operativos como Enjambre. Pero la pregunta no es qué tanto zumban hoy las abejas, sino si mañana seguirán existiendo. El combate al crimen no puede ser episódico; debe ser sistemático y sostenido. Sin embargo, la historia nos enseña que estos esfuerzos suelen disiparse en la niebla de la burocracia, la corrupción y la falta de visión.
El zumbido del Operativo Enjambre podría haberse convertido en el inicio de una revolución en la seguridad nacional, pero hasta ahora no es más que eso: ruido. Un zumbido efímero que amenaza con perderse en la sordera de un país acostumbrado al fracaso.
A chambear.
* Periodista de investigación, abogado especializado en desplazamiento, libertad de expresión, zonas silenciadas y litigio estratégico.
**Contacto: https://x.com/GildoGarzaMx





