Por Antonio Corral Castañeda*
Curiosamente, cuando se comenta de algunos personajes de Atlacomulco que de una u otra manera participaron en la Revolución Mexicana, sólo se mencionan aquellos que estuvieron de parte del gobierno o pelearon en su defensa, pero, como si estuviera prohibido, nunca se refieren a los del bando contrario, a los del pueblo, a los que hicieron la revolución y lucharon para acabar con tantas injusticias y miserias que por muchos años habían padecido. Tal fue el caso del atlacomulquense Benito Becerril, un devoto simpatizante de Francisco Villa y Emiliano Zapata, sobre quien gira la siguiente anécdota que tuvo lugar aquí, en Atlacomulco, en el lejano mes de septiembre del año de 1916.

El día sábado 22 de septiembre de ese año, ya como a eso de las nueve de la noche, el presidente municipal en funciones de aquel tiempo, señor José Gutiérrez Gómez, se encontró con un individuo de nombre Benito Becerril, quien pateaba con ira las puertas de la casa comercial del señor Luis. G. Montiel y con insolencias insistía en que se le abriera. Observando esa conducta, el señor presidente le llamó la atención con el objetivo de que no continuara escandalizando y le aconsejó que mejor se fuera a dormir, en virtud de que se encontraba en notorio estado de embriaguez. Pero como respuesta de Benito Becerril, recibió solamente una serie de injurias y palabras obscenas dirigidas a él y las demás autoridades municipales, lanzando gritos de ¡viva Villa!, ¡viva Zapata! y que muera Venustiano Carranza, armando un tremendo escándalo.
Así las cosas, el lunes siguiente el presidente mandó llamar con urgencia a los vocales Pedro C. Becerril, José L. Velasco, Febronio Barrios y Rafael Cárdenas (era entonces, con carácter provisional, una Junta Municipal integrada por un presidente y cuatro vocales), a quienes hizo de su conocimiento el lamentable incidente. En tal virtud y dada la conducta y los antecedentes del villista y zapatista Benito Becerril, les manifestó lo acontecido para que la Comisión Municipal determinara el castigo que mereciera el mencionado reaccionario, que por cierto se encontraba encerrado en la cárcel municipal desde esa noche del escándalo.

Benito Becerril era en Atlacomulco de una reconocida filiación zapatista, contraria a la causa de los constitucionalistas. Era, ante los ojos de las autoridades, uno de los más importantes obstruccionistas y hostigadores del primer ayuntamiento constitucionalista establecido en este municipio en los tiempos del gobernador y comandante militar del Estado de México, Gral. Francisco Murguía. Tenía como antecedente el hecho de que el 9 de mayo del año anterior (1915), por la noche se había trasladado hasta la estación del ferrocarril “Flor de María” para entrevistarse con las fuerzas zapatistas destacamentadas en ese lugar, al mando del Gral. Vicente Navarro, ante quienes denunció el movimiento revolucionario constitucionalista iniciado en esta población por los capitanes originarios de Atlacomulco, Ángel Díaz Mercado, Francisco Mercado V., Ignacio Alcántara y algunos otros que en esos tiempos estaban al servicio de las armas en la denominada División de Oriente “Regionales de Hidalgo”.
La denuncia hecha por Benito Becerril y sus seguidores, tuvo como consecuencia que las dichas fuerzas zapatistas se trasladaran sigilosamente a esta población, la madrugada del día domingo 10 del propio mes de mayo, para aprehender a los citados revolucionarios carrancistas, a quienes despojaron de sus armas, municiones y otros pertrechos de guerra, todo a causa de la indicación y la información proporcionada por el susodicho Benito Becerril. Este hecho impidió la realización de un movimiento que habría de efectuarse en Polotitlán a favor de la causa carrancista.

Por todas estas consideraciones y teniendo como base lo que para los vocales de la Comisión Municipal era como de “una mala índole del delincuente en varios casos análogos”, y considerándolo “nocivo para la sociedad”, determinaron que se hicieran conocer los hechos al Superior Gobierno del Estado de México, considerándosele, asimismo lo conducente. Se le acusó de rebeldía, de ser contrario a las fuerzas carrancistas y de propiciar la aprehensión de varios revolucionarios atlacomulquenses carrancistas por las fuerzas zapatistas, amiga de Benito Becerril.
Y hasta aquí se trunca esta historia. Se sabe que estuvo recluido en la prisión de este lugar, pero ya no encontré mayor información respecto a lo que sucedió después o cómo terminó el caso de Benito Becerril, el zapatista rebelde de Atlacomulco…
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Libro ATLACOMULCO SUS FIESTAS, TRADICIONES, COSTUMBRES Y ANÉCDOTAS de Antonio Corral C.





