Por Ana Karen Flores*

“Eso que llaman AMOR es TRABAJO no pago”

Silvia Federici

El Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo surgió como propuesta de la Organización de las Naciones Unidas en la Resolución aprobada por la Asamblea General el 24 de julio de 2023 estableciendo el 29 de octubre su conmemoración. En esta edición, los cuidados mencionan la relevancia del apoyo para garantizar el bienestar de las personas.

Los cuidados forman parte de todas las personas durante toda la vida, no estamos exentos de ellos porque sea un accidente, una etapa o parte de la vida de la persona; es necesario auxiliarle en actividades esenciales: comer, asearse, trasladarse, chequeos médicos, asistencia médica o terapéutica, entre otros. Desde el nacimiento hasta la muerte, los cuidados cumplen esa función, esta modalidad se conoce como cuidados indirectos.

Tratándose de los cuidados directos, son aquellos realizados por personal con labores de cuidado como enfermería, asistencia, o personas que reciben una remuneración a cambio. Sin embargo, los cuidados indirectos no tienen el reconocimiento económico; sea por cuestiones culturales, individuales, sociales y hasta religiosas: el deber moral.

En sexenios anteriores, el Sistema Nacional de Cuidados ha sido relevante para la Agenda Feminista; si bien, la incorporación de los cuidados como labor remunerada ya es un logro, falta consolidar los puntos relevantes: la creación de infraestructura y una red nacional de cuidados. Aunque existe la base principal por parte del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) con el Mapa de Cuidados en México (MACU), falta unificar la información, considerar el aspecto económico, entre otros factores.

El concepto de apoyo, se interpreta en el sentido de ayudar o brindar las herramientas para que la persona pueda valerse por sí misma; en el caso de la persona cuidadora; se refiere a los mecanismos u oportunidades que le permitan descansar adecuadamente, atenderse física, mental y emocional, continuando con sus planes de vida. Uno de los desafíos casi invisibilizados del cuidado es la falta de empatía hacia las personas cuidadoras tanto remuneradas o no remuneradas. En el primer caso por las condiciones laborales y el segundo por el aspecto de solidaridad que a veces se convierte en una sobrecarga para una persona.

¿Cuándo se produce la sobrecarga a una persona? Esto con la falta de organización o rotación de horarios para la atención adecuada de las personas, los horarios pueden ser extenuantes al grado de destinar mayor energía para las personas involucradas, otro de los factores es que los sistemas de seguridad social, reconocen las labores de cuidado, pero en infraestructura o presupuestos aún no se destinan de manera correcta lo cual estanca el derecho de contar a esquemas de afiliación, atención médica, etc.

Además, los contextos de violencia que surgen durante las labores de cuidado son relevantes. Tratándose de cuidados no remunerados, el deber de asistencia y cuidado se profundizan con los roles de género y la división sexual del trabajo. En su mayoría, las mujeres son encargadas de ejecutar las actividades principales dejándolas en riesgo de sufrir violencia física, psicológica o económica. Esto aunado a que la persona a cuidar se encuentra en un entorno vulnerable por lo que la autonomía se ve afectada.

La asistencia en determinadas etapas de la vida de las personas, principalmente en la vejez limitan la toma de decisiones de las personas adultas mayores lo cual deriva en violencia física hacia ellas, añadiendo la sobrecarga de las personas cuidadoras al grado de la despersonalización, ansiedad o depresión por el desgaste. Parte de los roles de género y la división sexual del trabajo se asocia a que las mujeres son cuidadoras por excelencia, pero no es así, los cuidados son parte de la sociedad sin que se asigne a una persona en específico.

Por ello, la violencia es visible cuando ha escalado, pero no en los pequeños momentos; el descanso es fundamental en sí mejorando la calidad de vida de las personas involucradas, también el derecho a cuidar, ser cuidado o cuidada y cuidarnos equilibra las necesidades actuales. Es claro que a nadie se le enseña cómo cuidar, salvo las mujeres desde temprana edad, pero si los hombres participan de forma proactiva disminuyen los contextos de agotamiento.

Está comprobado que la participación de las mujeres en el trabajo de cuidados no remunerado representa el 24.3% del PIB, de los cuales las mujeres reportan una cantidad anual equivalente a 77,192 pesos a diferencia de los hombres con 31, 844 pesos. Ahora, de las actividades principales se encuentran: preparar alimentos, limpieza y mantenimiento a la vivienda, cuidados y apoyo, cifras actualizadas por el INEGI.

En las diversas administraciones, se ha planteado el Sistema Nacional de Cuidados como Eje Central, a pesar de contar con antecedentes en materia de seguridad social, el ámbito familiar con la doble jornada laboral o las labores de cuidado en los procesos de divorcio, se debe garantizar el reconocimiento económico, solo hasta el momento es subjetivo o depende de las circunstancias personales; pues no es lo mismo cuidar en la zona rural donde incrementan las labores a cuidar en la zona urbana donde otros factores como la violencia, el transporte público o las pocas horas libres convergen para las personas cuidadoras.

Recordando a Irene Vallejo en Prehistoria de los Cuidados y Trabajos Invisibles, los cuidados prevalecen en las mujeres y desde relatos griegos se conmemora a los hombres por labores cotidianas que se realizan una y otra vez sin parar por los siglos de los siglos. Cuando los hombres participan desde un punto de vista de “ayudar” y no de colaboración es ahí donde aparece la gloria social. ¿Por qué las mujeres no cuentan con esa gloria? Es por el deber de hacerlo así te lleve parte de la vida, de los sueños o metas individuales.

Los cuidados no remunerados han existido desde los orígenes, pero hasta la fecha no se consideran iguales a todas las personas, el sentido de apoyo correlacionado con los cuidados busca mejorar las condiciones para las personas cuidadoras a fin de evitar una sobrecarga en las actividades, aún faltan acciones por tomar desde los sectores, público, privado y social con el fin de colocar los cuidados en la Agenda Pública y así otorgar la retribución económica y justa.

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