Por Bernardo Fidel Bello Gutiérrez*
*Artículo publicado en la Revista impresa el 7 de mayo de 2017 en la Edición No. 596.
- En Temascalcingo todos conocemos la historia del Señor de la Coronación, aquella de ladrones y mulas desorientadas… Sin embargo, a lo largo de los años, también se van olvidando otras historias relacionadas con el Señor de la Coronación, historias que, aunque un poco olvidadas valen la pena rescatarlas y recordarlas, hoy les dejamos la historia “oficial” del Señor y una que ha quedado relegada de las historias y crónicas del pueblo. Dejemos pues que las historias sean contadas por quienes así las escribieron. Nos dice don Julio Garduño en la monografía:
“Corría el año del señor de En el año de 1716, el capitán Andrés Vázquez de la Rocha y su esposa doña Manuela Canalejo, los dueños de la hacienda de Solís, muy devotos, mandaron traer de Sevilla España imágenes religiosas de Sevilla, España, entre ellas un cristo “ecce homo”, Señor de la expiación de tamaño natural. Después de un tiempo, llegaron al puerto de la Villa Rica de la Veracruz las imágenes y de ahí las trajeron los arrieros en sus recuas de mulas, en una caja de madera; pasaron algunos días de recorrido, llegaron al camino real a Morelia y en las cercanías del Puerto de Medina fueron asaltados.
Dos mulas lograron separarse de la recua llevándose un cargamento se internaron por los cerros de encinos y madroños de Juanacatlán, atravesaron La Mesa Grande y bajaron por el camino que llega a la hacienda de La Huerta, unos campesinos la vieron y al no lograr detenerlos dieron aviso al padre Nicolás Alanís Calderón, quien llegó y bendijo a los animales con agua bendita; así logró apaciguar y descargar la caja, el pueblo, con gran asombro, vio el contenido de los cajones de madera, cada uno traía la mitad del cuerpo del cristo y se unieron las dos partes, el cuerpo quedo completo, sentado con su manto purpura, en su mano izquierda una caña como cetro y en sus sienes una corona de espinas; una imagen llena de dolor y sufrimiento con una mirada de ternura, su cuerpo con heridas donde brotaba sangre. La gente del pueblo se llenó de emoción y dijo: es el Señor de la Coronación. Al recibir la sagrada imagen, los ojos de la gente se arrasaron de lágrimas y lo llevaron en andas, pasando por el puente colgante de madera sobre el rio grande, Ndareje (rio Lerma), en medio de campanas, cohetes, con oloroso copal que se esparcía a los cuatro vientos, flores y frutas. En procesión condujeron la imagen a la parroquia de San Miguel Arcángel.
La noticia de la llegada de la imagen se corrió por todos lados. Un día muy de madrugada dos mazahuas de Andaro lo vieron sentado en un maguey raspado con su corona de espinas, mirando esta tierra, las montañas, el valle donde el viento mecía los trigales dorados y el maíz verde jiloteando en medio de una neblina iluminada por los primeros rayos del sol.
El pueblo decidió construirle un templo en el cerrito de Boquí y ahí lo llevaron, pero al día siguiente estaba en el templo grande, se decidió construirle su capilla anexa al templo. Los hacendados intentaron llevársela también a la hacienda de Solís, pero la imagen se hizo muy pesada y no se la llevaron.
Desde esa época creció su devoción, se le conocía como el Señor de la Expiación, la devoción popular lo llamo el Señor de la Coronación.”
Pasemos a la segunda historia, a la segunda leyenda, una crónica de don Victorino Bello Reynoso:
“A través de la historia de Temascalcingo, hay un suceso lleno de religión y tradición. Se contaba de padres a hijos y de eso para acá los que nacimos de la primera y segunda década del siglo 20 para acá. Transcurría el tiempo y llego al pueblo un escultor que, nos dejó una imagen Inmaculada del “SEÑOR DE LA CORONACION”, la que fue adorada y santificada por toda la comarca, colocada en un lugar distinguido del templo principal del lugar. Se contaba con fervor que este señor escultor terminó su trabajo de la imagen y desapareció sin otra huella que no fuera la dulce mirada del santo que esculpió.
El tiempo que todo acaba, hizo lo suyo en la escultura y ésta fue abandonada con lo inservible de la iglesia, hasta que un buen día se dieron cuenta el Sr. Cura y el sacristán que la imagen se encontraba reluciente y llena de belleza. Así fue recuperada y puesta nuevamente al culto de los creyentes.
Como el pueblo es cien por ciento católico no era visto con buenos ojos por el gobierno del tiempo atrás. Esto originó (según la leyenda) que con órdenes estrictas se mandara a un aguerrido general de nombre Pueblita a que arrasara el pueblo de Temascalcingo.
Este general Pueblita al aproximarse al lugar descubrió que lo esperaba una catástrofe al ver que una multitud de gente armada en las montañas y colinas mandadas y dirigidas por un Señor que ondeaba su capotita roja. No era posible realizar el mandato superior y retrocedió sin hacer fuego. La leyenda atribuye el hecho al Señor de la Coronación que como emblema ostentaba su capotita para desviar al malhechor.
Así con este pequeño relato sigue reinando la figura Santa y fuerte en este pueblo creyente del que todo lo puede SEÑOR DE LA CORONACIÓN.”
En honor del Santo Patrono del pueblo, se realizan grandes festividades que comienzan desde un mes antes: el primero de diciembre sale de la parroquia el Señor, hacia alguna de las dos capillas, su capilla en Boquí, o la capilla del Sagrado Corazón en la Calzada del Molino, y el 31 de diciembre en vísperas del año nuevo entra al templo parroquial, son las vísperas a su fiesta, donde se celebran danzas, música, fuegos artificiales. El primero de enero es su fiesta y se prolonga hasta el 6 de enero fecha en que se da la despedida.
Cronista Municipal: https://web.facebook.com/berbll29
Bibliografía consultada:
Bello Reynoso Victorino. Temascalcingo. Un pueblo que vive al pie de su montaña. México D.F., Ed del autor. 1987. 94 pp.
Garduño Cervantes Julio. Monografía Municipal. Toluca, Edo. de México, Instituto Mexiquense de Cultura. 2001. 161 pp.
Crédito de la fotografía de portada A QUIEN CORRESPONDA





