Por Juan Leyva Villagómez

*Microcapítulo 1: Será el Señor, pero ni así se salva (y si es herejía o blasfemia, ahorita me confieso).

Hay quien se queja por las condiciones actuales. Que si los robos y las extorsiones. Que si ya no se puede confiar en nadie.

Puede que tengan razón (de hecho, la tienen), pero es que el ser humano es el mismo desde siempre y para siempre. La locura que nos aqueja es incurable, así que lo mejor es adaptarse y, en su caso, resignarse.

Santo como es, al Señor del Huerto le toca padecernos. ¿Cómo era aquella oración? Ah, sí: padeció, fue crucificado, muerto y sepultado.

La buena noticia es que resucitó después de 3 días. La mala es que también es víctima de los ladrones. Cosa de la tentación. ¿A quién se le ocurre ponerle joyas al que predicó la pobreza?

Por eso encontramos en los textos del Archivo Histórico Municipal de Atlacomulco (AHMA) lo siguiente:

“Subprefectura de Ixtlahuaca

Al oficio de usted de hoy, veo con sumo dolor el robo que han verificado los malhechores en la Capilla del Señor del Huerto de esa municipalidad quedando en esta oficina la adjunta lista de alhajas que quitaron al Señor e imágenes; y usted haga cuantas investigaciones estén a su arbitrio para ver cómo se descubren los ladrones y proceder a aplicarles en el acto de su aprehensión la correspondiente sumaria y en lo sucesivo no consentir en esa población a ninguno de esos extranjeros que vagan diariamente en perjuicio de los pueblos por todas partes de este partido.

Dígolo a usted en contestación y recibo.

Dios y Libertad, agosto 6 de 1836.

José M. Gómez.

Señor Alcalde Constitucional de Atlacomulco”.

Fuente: AHMA, Presidencia Municipal, Vol. 11, Exp. 1, F. 14 r-v

*Microcapítulo 2: Bébelo que es bendito… y ayudas más que con pías oraciones

¡Salud! ¡Salud!

Y no me hagan menos al bendito pulque. Bebida nacional, tiene de todo: vitaminas, proteínas y minerales. Le falta un grado para ser carne. Es más, quien se bebe un jarro es como si se estuviera comiendo un bistec. Así nomás.

Si tiene algún mal, éntrele con fe. Y más fe debe tener porque con el pulmex se sostuvo el Santuario de nuestro señor. El día que entre y vea sus paredes, su techo y demás mobiliario, acuérdese: se hicieron a trago y traguito, remojando gaznates con la bebida de los dioses.

Si hay dudas modernas, los textos antiguos las disipan, así que, ¿qué esperan para llenar de fe y pulcatas este municipio?

“Juzgado eclesiástico de Atlacomulco

En cumplimiento del oficio de la subprefectura de este partido que se sirve usted dirigirme, relativo a que yo dé un informe circunstanciado de las obras pías y demás establecimientos piadosos de esta parroquia, digo que hay diez solarcitos de magueyes dedicados a las imágenes siguientes: Santísimo, Nuestra Señora de Guadalupe, La Purísima, Nuestra Señora del Rosario, San Antonio, Las Ánimas, La Preciosa Sangre, Nuestra Señora de los Dolores, Santo Cristo del Calvario y el Señor del Huerto; el mayor de estos es el del último, el año pasado produjo diez pesos en todo el año y como este producto depende del número de magueyes que se raspan, que es muy desigual cada año, no se puede fijar su producto anual, a esto se agrega que conforme se van raspando se van disminuyendo los magueyes y su producto, esto se invierte en los gastos que se hacen para el culto de las expresadas imágenes y en misas que se aplican por los bienhechores. Fuera de estas finquitas no se reconocen otras de esta parroquia, con lo que satisfago a la nota ya citada.

Atlacomulco, 15 de septiembre de 1846.

José Rivera.

Señor juez primero de paz don Mariano Alcántara”.

Fuente: AHMA, Presidencia Municipal, Vol. 17, Exp. 2, F. 26

*Este texto se basa en la investigación realizada por el Lic. en Historia, Antonio de Jesús Enríquez Sánchez, a quien se le agradece el puntual aporte de datos. De igual modo, se extiende otro agradecimiento al personal del Archivo Histórico Municipal de Atlacomulco, por el apoyo brindado.

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