Por Ana Karen Flores*

«Una constitución, siendo tan importante como es,

no significará nada a menos

que la gente esté anhelando la libertad».

Ruth Bader Ginsburg

¿Qué pensamos al escuchar la palabra abogado o abogada?, Inmediatamente llega la respuesta: problemas, conflictos, problemas con la ley, justicia, entre otras. Tal vez se asocia con un juicio donde siempre una persona sale perjudicada en algún punto de su vida: tiempo, dinero, esfuerzo; o bien una forma para solucionar una situación que por medio del diálogo ya no es suficiente.

Recordemos que un abogado o abogada es un profesional que conoce las leyes o, mejor dicho: ¿Cómo funciona el sistema legal para proponer una solución a un problema? Ya sea en un Juzgado, a través de un convenio, con propuestas o simplemente con la asesoría adecuada. Hay abogados con años de trayectoria que claro, se reconocen y profesionales del Derecho que estamos en transición; sí, del Código Civil estatal al nuevo Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares.

Pero, ¿Alguna vez te has preguntado si conoces tus derechos? Sí, derechos en general, en el trabajo, la escuela o cualquier ámbito en el que te encuentres. Justo eso es una parte que conoce un profesional del Derecho (hablo de abogadas y abogados), también las obligaciones que se relacionan con esos derechos. ¿También entran las dudas a tu caso en específico? Claro, e incluso hasta en el ámbito educativo. De ahí la frase: “Todo el mundo sabe Derecho” o los conocimientos que se han transmitido de todas las formas posibles.

Ahora, ¿Para qué se necesita una abogada o abogado? Las respuestas pueden variar de acuerdo a cada persona, perspectiva o situación particular, como tal no hay una respuesta válida ni compleja, complejo tal vez el sistema legal donde mencionan palabras incomprensibles, los trámites son tardados y más. También como una forma de encontrar puntos de vista en común, la verdad, hasta un espacio de escucha. ¿Que si se relaciona con otras profesiones? Sí, de ahí la relación interdisciplinaria.

Cuando las personas deciden buscar a un profesional del Derecho por lo general lo hacen desde varias razones: por conocidos o recomendaciones de amistades, familiares, compañeros de trabajo; búsqueda presencial o digital, acudir a Defensoría Pública, Dependencias Gubernamentales o simplemente por encontrar un volante o número visible. De ahí la forma de trabajo, cada profesional del Derecho tiene su toque personal pero el resultado es lograr esa justicia.

¿Qué es la justicia? Vaya pregunta que se nos hace en la Facultad de Derecho, Licenciatura o vida misma. Si retomamos las palabras de cualquier persona experta dirán similar que es dar lo que a cada quién le corresponde, y sí la respuesta podría ser esa. Más bien sería auxiliarse también de la verdad, elementos y nuevos conceptos como la perspectiva de género, los derechos de niñas, niños y adolescentes, personas indígenas, personas LGBTTTIQA+.

Entonces basándonos en lo descrito anteriormente, el profesional del Derecho o abogada, abogado es aquella persona que busca brindar soluciones conforme las necesidades, inquietudes o dudas entre las personas; orientando en los momentos difíciles, buenos o de carácter preventivo, a corto, mediano o largo plazo e inclusive en situaciones complejas.

Parte de esa ayuda también se observa una parte humana, aquella del profesional donde podemos ver el cansancio, la enfermedad, la salud o el respaldo. Al igual que las demás profesiones cuya labor permite mejorar la vida de las personas, las abogadas y abogados sentimos, pero estamos en todo momento, así que la empatía es fundamental.

La empatía de manera general se interpreta como: “ponerse en los zapatos de la otra persona”, comprender lo que siente o probablemente está pasando con él o ella. Esto puede aplicar en todos los ámbitos de la vida y es parte de la naturaleza humana, solo así nos relacionamos de manera armónica o brindamos ese lazo de solidaridad. Tratándose del Derecho, la empatía juega un papel crucial en la resolución de los casos, brinda seguridad tanto para las personas como las autoridades.

El concepto de empatía se refiere justo a la resolución positiva de los conflictos, es decir: de manera amigable, accesible y dinámica. ¿Por qué es necesario? Porque la certeza es lo que proporciona seguridad y tranquilidad. La empatía es siempre subestimada cuando en realidad debería tener el mismo valor que los demás conceptos.

Sobre esto y sin ánimos de entrar en aguas mansas, la reforma judicial propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador contempla la elección de los jueces mediante el voto popular, sí, así como lo lees en este momento: votar por los jueces para que ocupen el cargo desempeñado. Esto qué significa: la ciudadanía podrá elegir entre un listado de candidaturas quienes serán jueces o juezas y así otorgar una mayor impartición de justicia o escuchar el caso.

¿Es bueno? La respuesta es no, porque ya elegimos a las personas que ocuparán los diversos cargos de elección popular, pero votar por las personas candidatas a jueces y juezas no sería viable dado que por regla general la Carrera Judicial implica una preparación constante, trayectoria y sobretodo conocimiento de cada caso particular, además; la elección de personas juzgadoras en realidad traería como consecuencia conflictos de intereses, retraso en los procesos judiciales y sobre todo no daría pauta a una transparencia y rendición de cuentas.

Es como una balanza donde cada persona genera una especie de contrapeso, si un elemento sobrepasa, los otros dos lo reestablecen. Una elección de este tipo lo que haría es generar ese desequilibrio que hasta el momento se ha llevado a cabo. Sin una difusión correcta de los derechos, obligaciones y procesos legales de manera accesible pareciera que todo sigue confuso, sin pautas necesarias para acercarnos de manera empática.

Y respondiendo a la pregunta inicial: Las abogadas y abogados sirven para acompañar legalmente, retomando la justicia, aplicando los conocimientos necesarios sin olvidar esa parte humana, documentando cada caso, inquietud o necesidad actual que requieren las personas y hacerla escuchar en el momento oportuno, brindar ese espacio de escucha activa y empatía, pero sobre todo luchar por esos ideales. Así: ¿Para qué se necesita una abogada o abogado? Para solucionar y/o prevenir defendiendo los intereses de cada persona.

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