Por Arturo Allende González*
La jornada electoral que hemos vivido las y los mexicanos el pasado 2 de junio de 2024, nos demanda hacer un alto en el camino, para analizar con objetividad los resultados generados por la justa electoral más grande en la historia de nuestro país -por el número de puestos de elección en disputa, votantes de la lista nominal, cantidad de casillas instaladas, volumen de funcionarios de casilla y cantidad de observadores electorales acreditados-, así como abordar cuáles serán sus posibles implicaciones en algunos rubros del quehacer que tendrán que atender los ciudadanos electos para los diversos cargos públicos, enfatizando desde luego, en el cargo político más importante: la Presidencia de la República.
Respecto a los resultados de la justa electoral en comento, ya se han vertido innumerables comentarios y se seguirán formulando, por lo que no abundaré más, señalando únicamente que éstos fueron: claros, contundentes e inobjetables, producto de una encomiable actitud cívica del pueblo mexicano, de elegir democráticamente a sus gobernantes, a través de su derecho al voto universal, libre y secreto, y de un árbitro que actuó con imparcialidad, profesionalismo y legalidad.
Que el amplio margen con el que ganó la Presidencia de la República la candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, Claudia Sheinbaum Pardo, le otorga un alto grado de legitimidad, dimensión primaria de la gobernabilidad democrática, para llevar a cabo su programa de gobierno, delineado en su oferta electoral de campaña proselitista.
Ahora bien, cuáles son –algunas– de las implicaciones, que desde mi punto de vista tendrá de manera consustancial el triunfo electoral de la doctora Sheinbaum, o que deberá atender en el marco de su gestión presidencial.
- Promover e implementar una nueva gobernanza, entendida en términos cepaleanos, como “la realización de relaciones entre diversos actores involucrados en el proceso de decidir, ejecutar y evaluar asuntos de interés público, proceso que puede ser caracterizado por la competencia y cooperación de instituciones tanto formales como informales (ciudadanía y sus distintos mecanismos de organización temporal y/o espontánea).”
- La nueva titular del Poder Ejecutivo deberá marcar una prudente y pertinente distancia con el expresidente Andrés Manuel López Obrador, como elemento que le imprima identidad, autonomía y credibilidad a su gobierno.
- En un contexto con acentuados disensos políticos como los que privan hoy en nuestro país, el diálogo y concertación entre los poderes públicos y del Poder Ejecutivo con los poderes fácticos de la sociedad, se conciben no sólo sensatos, sino necesarios; por ello se deberá sustituir el discurso beligerante que ha imperado en el sexenio que termina, por una narrativa, pero sobre todo, por una praxis que privilegie el diálogo y la concertación como instrumentos esenciales de la negociación política, es decir, la política como herramienta sustantiva del quehacer gubernamental.
- Los poderes Ejecutivo y Legislativo electos democráticamente, deben aprovechar de manera eficiente, responsable y con espíritu republicano durante el inicio de su gestión, el capital político que les proporcionó su triunfo electoral para impulsar y concretar las reformas contempladas en la plataforma electoral de la coalición.
- Restablecer el tejido social con estrategias focalizadas hacia los diferentes grupos sociales: empresarios, Iglesia católica, intelectuales, medios de comunicación, periodistas, clase media, organizaciones de la sociedad civil, grupos de población agraviados, etcétera, a fin de evitar que el país avance hacia una polarización más profunda y lacerante, cuyas consecuencias mucho tengamos que lamentar. Como aseveró la columnista política Maite Azuela, “No permitamos que el odio nos siga arrebatando el valor de ser una sociedad diversa, respetuosa de la multiculturalidad y sobre todo merecedora de libertades y de paz” (El Universal 30 de mayo de 2024).
- Restructuración obligada del sistema de partidos. Los resultados de las elecciones del 2 de junio, han demostrado que el sistema de partidos en nuestro país llegó a un punto de quiebre que exige una obligada e impostergable restructuración, a partir de comprobar que varias de estas organizaciones políticas ya dieron de sí, como instancias interlocutoras de las demandas y necesidades de los diversos grupos de la sociedad mexicana. Los ciudadanos ya no se sienten representados por varios de los partidos políticos tradicionales, por lo que es necesaria su refundación o la creación de nuevos partidos, con liderazgos novedosos, frescos y visionarios que generen empatía con los colectivos sociales, inspiren confianza y convenzan a la población.
- Preservar la unidad al interior de Morena, así como la coalición con sus aliados PT y PVEM, como capital político que le redituó exitosos dividendos electorales y que lo seguirá haciendo en adelante. Se deberá evitar la fragmentación y resquebrajamiento del movimiento, escenario no sólo deseado, sino esperado, -y tal vez hasta incentivado- por la oposición.
- Mantener la economía nacional en sostenible crecimiento, que permita la creación de empleos formales dignamente remunerados, así como estable el poder adquisitivo de la población. Fortalecer la estrategia productiva como soporte que acompañe a la política social de combate a la pobreza.
- Una reforma fiscal obligada, ante la demanda de recursos públicos para el financiamiento social. El enorme reto que tendrá Claudia Sheinbaum y su equipo de colaboradores en el sector hacendario, consistirá en encontrar la viabilidad financiera que le permita cumplir con la oferta electoral en el rubro del bienestar social, dirigida a los amplios grupos vulnerables de la sociedad mexicana.
- Fortalecimiento de la Administración Pública Federal para hacer más eficiente el quehacer gubernamental, como brazo ejecutor de las políticas públicas del nuevo gobierno, sustentada en servidores públicos calificados, con vocación de servicio y expertise en las diversas áreas del aparto estatal.
- Sin olvidar al sur, enfocar una mirada estratégica al norte y hacia el resto del mundo. Con los Estados Unidos, por ser nuestro país su principal socio comercial y por la ventaja que representa para nuestra república la colindancia geográfica. Con respecto a naciones de otras latitudes, se deberán fortalecer los vínculos comerciales, sobre todo, con aquellas que forman parte de bloques y/o regiones económicamente robustas y en acelerado proceso de crecimiento.
- Fortalecer la atención focalizada de los grupos vulnerables de la sociedad mexicana: niños, jóvenes, mujeres, adultos mayores, indígenas y personas con discapacidad, ubicando en el centro de las políticas públicas al ser humano, particularmente a los más necesitados, implementando como factor sustantivo al otorgamiento de los apoyos directos de los programas de bienestar-, una estrategia con mecanismos generadores de empleo e ingreso sustentables para la población económicamente activa.
- Con la legitimidad política que le otorgó en las urnas el sufragio popular, revisar y en su caso reestructurar la estrategia de seguridad pública y combate a la delincuencia, que es inobjetablemente el problema social que más afecta, preocupa y lastima a los mexicanos, sin distingos de ninguna especie.
- Otros de los principales desafíos por atender en el corto plazo, son el acceso de la población abierta a la salud y la calidad de la educación pública, dos rubros que registran indicadores deficitarios, qué, de no atenderse satisfactoriamente, restringirán el proceso de desarrollo de nuestra nación, por ser éstos incuestionablemente palancas sustantivas para ello.
- Otro alcance que tendrá -o debería tener- el resultado de las elecciones, es un cambio en la argumentación y narrativa de la oposición en general y de los comunicadores y analistas políticos en particular, que implique la eliminación del discurso de encono, la mentira, la calumnia, el engaño, la interpretación sesgada de los acontecimientos y la descalificación sistemática del quehacer gubernamental. El México de hoy requiere de una oposición que esté presente con madurez en el acontecer nacional, que actúe con dinamismo, inteligencia y responsabilidad, y con una agenda propositiva de asuntos públicos, con capacidad para dialogar y concertar con el gobierno en turno los grandes temas nacionales.
Ciertamente los resultados generados por la jornada electoral del pasado 2 de junio, determinados por la decisión libre, secreta y democrática de las y los mexicanos, tendrán innumerables implicaciones en la vida política, económica, social y cultural de nuestro país. La renovación de la esperanza del ciudadano de pie por un FUTURO MEJOR, es inobjetablemente la más importante de sus implicaciones.
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