Por: Ana Ximena Monroy Martínez*
Dice la historia que allá por el año 508 a.C surgió en la antigua Atenas el concepto y nombre “democracia” y no somos quién para intentar contradecirlo, aunque muy posiblemente hubo muchas otras sociedades quizá más alejadas y menos gloriosas que la ateniense que ya intuían que la forma de gobierno más acertada es aquella en la que TODOS pueden dar su opinión.
Hablemos pues de Atenas. Ciertamente su forma de democracia estaba lejos de ser perfecta pues solo un raquítico 10% de la población total tenía derecho a participar en la vida pública; éste 10% solo lo constituían hombres libres. Por supuesto fuera quedaban las mujeres, los niños, los extranjeros y los esclavos y esto nos deja entrever que los humanos somos seres en constante evolución. No poseemos la verdad absoluta y es prácticamente imposible para nosotros hacerlo todo bien al primer intento.
Es curioso cuando miramos atrás a la luz de estos tiempos convulsos y tan modernos pues ningún griego sospecharía que hoy todos y todas podemos participar de la vida pública y que la esclavitud no existe más tal y como era concebida en aquel entonces.
Podemos, por ende, decir: cuánto ha cambiado este mundo nuestro y muchas veces para bien aunque lamentablemente no siempre. Imposible desprendernos de la condición de seres experimentales.
Reflexionemos ahora acerca de la palabra “democracia”, la belleza que contiene en sí misma, una belleza directamente proporcional a los ideales que representa.
Esta singular palabra proviene del griego demokratía (gobierno popular) y se construye a partir de dêmos (pueblo) y krateîn (gobernar) y significa que los hombres poderosos, hombres con los recursos suficientes para decidirlo todo por ellos mismos, abandonan su sed de control, renuncian a la intimidación y demás artilugios para hacerse con el poder y se vuelven iguales al resto. Se convierten en parte de la masa a la que sin duda pertenecemos todos y así, siendo iguales tenemos derecho a elegir a nuestros representantes. El pueblo es el único que posee el poder absoluto. Y esto constituye la forma de gobierno más avanzada que se conoce, un gran paso para el desarrollo de toda gran civilización digna de llamarse puesto que se hace JUSTICIA y se construye una REPUBLICA.
Bien mirado, éste es uno de los ideales más hermosos que el hombre haya concebido y del cual puede sentirse orgulloso aunque algunas veces se limite a ser solo un ideal y no una realidad.
Podemos pensar en la cantidad ya inconcebible de personas que a lo largo de la historia han luchado y ofrendado sus propias vidas para que ahora todos y todas podamos tener la tan ansiada libertad de ELEGIR. Acudimos a las urnas y plasmamos ahí nuestros ideales y esperanzas, quienes somos y lo que esperamos de los demás. Nosotros decidimos y nos convertimos así en la facción más poderosa e imprescindible de la nación, la única.
Pero antes Marco Tulio Cicerón pronunció en un célebre discurso ante el Senado romano una frase que ha llegado hasta nosotros como un símbolo de resistencia: “hoy ha muerto la República” y fue asesinado por ello. Es considerado el orador más grande de todos los tiempos.
Francia padeció una revolución cruel y sanguinaria, mandó a la guillotina a miles de personas representantes del antiguo régimen monárquico.
Sin olvidar a nuestra gran nación mexicana que en el año de 1910 inició una encarnizada lucha por los ideales democráticos bajo el lema “Sufragio efectivo, no reelección” demostrando que un pueblo cansado y hambriento puede hacer girar la rueda de su nación aun implicando el derramamiento de sangre de miles de ciudadanos.
Hablemos también de Rusia, el sufrimiento cuando el régimen socialista ascendió al poder asesinando incluso a la familia imperial y dejando un rastro rojo a su paso, muerte y desolación.
Tantas vidas se ofrecieron voluntarias, tantas otras segadas no por voluntad sino por consecuencia, tantos errores cometidos para llegar a la posesión del derecho de ELEGIR.
Es por ello que este 2 de junio todos los mexicanos y mexicanas tenemos el privilegio de acudir a las urnas a expresar nuestra opinión en calidad de iguales, nadie más importante que otro.
Es así como este privilegio se convierte también en una responsabilidad que se adquiere en nombre de todos y en beneficio de la nación al completo.
Es una obligación conmigo, contigo, con la patria, con los más pequeños y los que aún faltan por nacer.
Este 2 de junio escoge conscientemente, libremente, sabiamente.
Que nadie te diga por quién votar, no desperdicies tu voto, aprovéchalo como la leche materna, esa que mana del sentido de pertenencia y sobre todo no te abstengas de emitir tu opinión, fundamental en este gran engranaje que es México.
Ve a las urnas y homenajea a los caídos en nombre de la democracia.
Homenajea a tu República.
Homenajea a tu Patria.
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