Por Jacobo Gregorio Ruiz Mondragón*
Hay en la red una frase que dice: «Lo que cuenta en la vida, no son los pasos que das, ni los zapatos que usas, sino las huellas que dejas», y así es, son los pasos que damos los que definen la naturaleza de nuestra existencia, sin embargo, en materia ambiental, las huellas deben ser como el rastro dejado en la arena de la playa, que llega el mar y se encarga de dejar un nuevo lienzo a cada instante para que otros disfruten del paisaje.
Toda regla tiene una excepción, y en este caso, la salvedad es la «huella de carbono», la cual si bien no se puede evitar sí se puede disminuir. Esencialmente, el concepto se refiere a la medida de la cantidad de gases de efecto invernadero producidos por las diversas actividades realizadas por un individuo, comunidad u organización cuyo objetivo es conocer la manera en que estos contribuyen al calentamiento global y aceleran el cambio climático.
Los gases de efecto invernadero son esenciales para la vida: Por ejemplo: si en un invernadero la cobertura plástica evita la pérdida del calor, conservando una temperatura estable, en la Tierra estos gases consiguen un efecto similar. Aunque la forma de atrapar el calor de un invernadero es diferente a como funcionan los gases de efecto invernadero, la analogía ha perdurado y de ahí su nombre. El problema surge cuando la cantidad de gases aumenta alterando su equilibrio natural y el clima se comporta de forma distinta.
La génesis del término «huella de carbono» data de los años 70`s, esencialmente, con la preocupación mundial por la contaminación ambiental e impulsada por el libro de Rachel Carso, «La Primavera Silenciosa», el cual advertía los efectos nocivos de los pesticidas en el medio ambiente. Más tarde, en la década de los 90´s, el Profr. William E. Rees y el Dr. Mathis Wackernagel, realizan un trabajo de corte académico utilizando el término «huella ecológica», entendiendo por tal, a la cantidad de naturaleza o recursos para producir bienes y servicios necesarios en el estilo de vida actual.
Posteriormente, en los albores del año dos mil, la empresa British Petroleum inspirada por el grupo sin fines de lucro Keep America Beatiful«Mantén a América Hermosa», popularizó elconcepto para promover la idea de que el cambio climático recaía no sólo en la industria sino en los individuos y para ello utilizó una «calculadora» con la finalidad de probar cómo actividades cotidianas también influyen en el calentamiento del planeta.
Si bien es cierto, la «huella de carbono» tiene como objetivo conocer las amenazas ambientales de cada tiempo, no menos cierto es que no está exenta de manipulación de intereses que obedezcan a cuestiones comerciales, no obstante, todos estamos obligados a cuidar el lugar donde habitamos y más adelante habitarán otras generaciones.
Para atender este problema, diversos Países celebraron un tratado internacional sobre el cambio climático denominado: «Acuerdo de París», suscrito en Nueva York, Estados Unidos, sede la Organización de las Naciones Unidas «ONU», ratificado por el Senado de México, en el año 2016, bajo el objetivo primordial de limitar el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los 2 grados centígrados además de aumentar la capacidad de hacer frente a los efectos del cambio climático.
Para calcular la «huella de carbono», se utiliza como referencia el dióxido de carbono al ser el gas de efecto invernadero de mayor emisión a la atmosfera. Se mide en toneladas y acorde con las normas internacionales, existen 6 tipos de «huellas de carbono»: personal, corporativa, industrial, ciclo de vida de productos y servicios, de eventos y territorial. Esta división ayuda a conocer qué lugares, actividades, servicios, empresas y objetos producen mayor impacto para tomar decisiones y acciones.
La «huella de carbono personal» mide las emisiones de gases de efecto invernadero generada cada vez que viajamos, cargamos el celular, encendemos la lavadora, la televisión, entre otras rutinas, y con ello, dejamos atrás una estela de gases que se acumulan en la atmósfera y sobrecalientan el planeta. La «ONU»1, la Fundación Aquae2 y la organización ecologista Greenpeace3, utilizan tres aspectos para calcular la «huella de carbono personal», a saber: hogar, transporte y estilo de vida. Si deseas conocer cuál es tú huella personal, utiliza alguna de las calculadoras que se encuentran al final de este artículo, en los enlaces respectivos.
Reducir la «huella de carbono» puede ser posible, si colectivamente realizamos acciones simples como: plantar uno o varios árboles; utilizar lámparas o bombillas led; apagar luces, televisores, computadoras o aparatos que no estés usando; desconectar el adaptador de corriente para cable USB con puerto lightning, conocido coloquialmente como «cuadrito», pues aunque no se esté utilizando sigue generando energía; caminar o darle más uso a la bicicleta; sustituir en la medida de lo posible, bolsas de plástico por las de tela; usar cilindros de plástico para el consumo de bebidas, y en esencia: ¡reducir, reciclar y reutilizar!.
En los hábitos y acciones diarias se encuentra la responsabilidad de disminuir el deterioro ambiental. Al Gore, dijo: «Somos la primera generación que siente los efectos del cambio climático y la última que puede hacer algo al respecto». Entonces, hagamos lo que nos corresponde.
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1 Calculadora de la «ONU»: https://offset.climateneutralnow.org/footprintcalc
2 Calculadora de la Fundación Aquae: https://www.fundacionaquae.org/calculadora-carbono/
3 Calculadora de «Greenpeace»: https://consumoresponsable.greenpeace.org.mx/calcula-tu-huella-de-carbono





